El autor de los hechos deberá cumplir dos años de prisión y cinco de libertad vigilada
Era consentida, pero ella cambió de opinión
La Audiencia Provincial ha condenado a dos años de prisión y cinco años de libertad vigilada a un hombre al que se considera autor de un delito de agresión sexual en grado de tentativa.
Aunque la mujer, que había sido su pareja, aceptó inicialmente la relación, después le pidió que cesara en ella, sin que aquel atendiera esa solicitud.
La sentencia recoge en su relato de hechos probados que estos ocurrieron en la madrugada del 25 de diciembre de 2012, cuando el acusado acudió a la casa de ella, en Jumilla. En un momento determinado, ambos iniciaron una relación sexual “que no consta que no fuera consentida, consistente en penetración vaginal”.
La resolución subraya que la mujer, “pese a su inicial consentimiento, cambió de opinión, pero él, con la finalidad de satisfacer su ánimo libidinoso y haciendo uso de su superioridad física, la sujetó por la cabeza, acercando la misma a su miembro viril, animándole a que le hiciera una felación, que no se produjo al zafarse ella del acusado”. El tribunal considera totalmente creíble la versión ofrecida por la víctima de estos hechos.
¿Y que dijo el muchacho?. ¿Reconoció que ella pidió interrumpir el coito o manifestó que ella no dijo tal cosa?. ¿La chica presentaba alguna lesión?.
Si la respuesta a estas dos preguntas es negativa, estamos ante otro caso del «yo si te creo».
La doctrina del testigo perjudicado es lo más peligroso que ha inventado la jurisprudencia para la seguridad jurídica de los justiciables. Ninguna persona, por más juez que sea, tiene el don de la infalibidad a la hora de descubrir la mentira en las declaraciones de las partes y los testigos. Mucho menos cuando todo su contacto con el declarante se limita a escuchar su declaración en el acto del juicio, para el que previamente ha sido aleccionado, y donde se prohibe a las defensas hacer interrogatorios que contengan preguntas test que permitan valorar el grado de fiabilidad de la declación.
En casos como el presente, a esta amenaza para el justiciable se añade la presión que la ingeniería social en alza promovida por feminismo radical y seguida por políticos sin criterio ni valor, que dibuja al hombre como la personificación de todos los males, en contraposición con las mujeres que las figura como el culmen de todo bien, incapaces de mentir por odio, despecho o afán de lucro.
A pies juntillas me alineó o esa bandera
Menos mal que encuentro alguien que dice la verdad. No nos podemos callar ante el feminazismo que está imperando actualmente, feminazismo que pone a la mujer siempre como víctima y que culpa al hombre de todo aquello que no consigue. En mi opinión, si las mujeres se quisieran un poco lucharían para erradicar este movimiento, para dejar de una vez por todas de ser víctimas y empezar a ser protagonistas de su destino. No creo que sea una buena idea educar a las nuevas mujeres en el odio hacia los hombres, un odio sistemático y absurdo. Este feminazismo creará mujeres más pendientes de reclamar y reivindicar cosas que de construir, como si la vida les debiera algo por el mero hecho de nacer mujeres. Después muchas se quejan de que no llegan tan lejos como los hombres, no me extraña, si es que no quieren pelear lo mismo. En fin, esperamos que las mujeres de verdad no se extingan.