Desgarrador testimonio del laureado compositor jumillano tras haber sufrido la enfermedad con crítica incluida para las “personas que toman decisiones y que nos afectan a todos”

La pasada semana, Siete Días contactó con el compositor jumillano Roque Baños para trasladarle una felicitación por un reciente premio que ha conseguido con su corto ‘Awesome!’, concretamente ha ganado el galardón ‘Bronze’ en la categoría de ‘Shorts -Comedy -Original’ del WorldFest Houston International Film Festival (EE.UU). También nos interesábamos por cómo estaba viviendo el confinamiento debido al coronavirus. Pocas horas después leíamos en sus redes sociales su desgarrador testimonio en el que contaba que ha sufrido la enfermedad y que ha vivido lo que califica “la peor época de su vida”.

Experiencia personal

Así comienza Roque Baños su relato: “Ante la situación tan difícil que estamos viviendo en España, creo que ha llegado el momento de contaros cuál ha sido mi experiencia personal que no he querido hacer pública con anterioridad por dos cuestiones fundamentales: una porque no quería alarmar sobre mi estado de salud hasta no encontrarme prácticamente recuperado y, dos, porque el ámbito de la salud pertenece a mi esfera personal de la cual no voy a volver a hablar a través de las redes sociales”.
Cuenta que en el mes de febrero se contagió de coronavirus y asegura que “ha sido la peor época de mi vida. Tras 14 días en casa con fiebre muy alta y disnea, llamando en varias ocasiones al 112 como era requerido, donde no me hicieron caso en absoluto, me presenté por mi cuenta en urgencias de La Paz, donde di positivo en COVID-19 y presentaba una neumonía bilateral por la que estuve ingresado dos semanas en el Hospital Carlos III de Madrid, a cuyo personal sanitario agradezco profundamente el haberme salvado la vida”.

“Mi compañero de habitación creía que iba a morir solo”

El compositor continúa: “No voy a relatar todas las amargas experiencias por las que pase en aquellos días, pero sí poner de relieve una de ellas: Mi último compañero de habitación, Alfonso, era un señor de 87 años a quien yo consolaba por las noches cuando lloraba porque sentía que se iba a morir solo, sin su familia, y se preguntaba a sí mismo que sentido había tenido luchar tanto para terminar así. No me he atrevido a preguntar por él a la doctora que me estuvo tratando aquellos días, (tristemente, a día de hoy infectada por coronavirus), ya que no dispongo del valor para querer saberlo. A lo largo de estas últimas semanas he procurado no entrar al trapo de opiniones ni discusiones para poder centrarme en descansar, desconectar y reponerme de la neumonía, pero ahora que estoy prácticamente recuperado, me es casi imposible contener por más tiempo los pensamientos que tronan en mi cabeza producto de la indignación”.
Afirma Baños: “Se podría decir que soy uno de los números que engrosan los datos de los que hemos sido recuperados, aunque no con absoluta certeza, ya que antes de abandonar el hospital no me pudieron repetir el test para conocer si era negativo o no, y a día de hoy, tampoco hay posibilidad de que me lo hagan, por lo que todavía debo permanecer aislado sin poder acercarme a mi familia. Al parecer muy pocos, de los miles de recuperados, han podido tener acceso a ese privilegio, de manera que el resto se encontrará en la misma situación que yo”.
decisiones

Indignado prosigue: “No voy a hablar de partidos políticos, solo de las personas que toman decisiones que nos afectan a todos. Así, cuando escucho en una radio las declaraciones de la Ministra de Exteriores acerca de la compra de test a proveedores de gangas, me quedo atónito, paralizado, sin saber dónde mirar, porque no entiendo nada. Pero cuando además veo una actitud de control y censura a quién critica la gestión y actuación de este gobierno con respecto a esta crisis tan grave que estamos viviendo, me quedo todavía más perplejo. Personas en las que yo confiaba, que borran twits, que exponen excusas sin argumento, ejemplos que no vienen al caso y que carecen de toda lógica, negando lo evidente y desviando la culpa a terceros para generar confrontación, con el fin de desacreditar opiniones críticas basadas exclusivamente en hechos objetivos”.
Baños se pregunta: “¿Dónde vamos a llegar a parar con todo esto? No lo sé, y sólo estamos a mitad de camino en esta crisis, pero hay algo absolutamente inadmisible. Que se pretenda que perdamos nuestro derecho a poder expresar con libertad, no solo lo que vemos o vivimos, sino además lo que sentimos o pensamos. Mi experiencia personal no es más que una de decenas de miles, pero cada una importa y hay que dejar constancia de la realidad que estamos viviendo. Por favor, que nadie calle, que no nos hagan tragar saliva y quedarnos petrificados, con la mirada perdida, de absoluta impotencia. Hablemos todos, con coherencia y respeto siempre, pero con la verdad y con libertad”.

”La mentira nos hace presos”

Termina con “una nota para la reflexión: aunque la verdad ofenda no esclaviza, porque el ofendido tendrá libertad para ofrecer su réplica, mientras que la mentira, por muy bonita que sea o la maquillen, nos hace presos. Los mayores tesoros de nuestra vida antes de la pandemia eran la paz y la libertad. No dejemos que nadie nos los pueda arrebatar, y mientras que no recuperemos esa vida, mantengamos arriba el ánimo y la solidaridad, que es lo más necesario en este momento, para que el mundo sea mejor”.