En clave de sol, por Gustavo López

Muchas veces en Jumilla, somos dados a valorar más lo de fuera que viene durante un día, que a reconocer a aquellos que estamos aquí a las duras y a las maduras durante todo el año. En este sentido, los medios de comunicación local, todos sin excepción, estamos comprometidos con nuestra Semana Santa, algo que no hace falta demostrar porque es muy fácilmente constatable. Los medios de comunicación local de Jumilla estamos ahí para lo que se nos necesita, pero en la vida, todo ha de ser recíproco, si no, se estará cometiendo la mayor de las injusticias.

Como su nombre indica, la Semana Santa de Jumilla es eso, de Jumilla en el más amplio sentido de la palabra. No pertenece ni a las hermandades, ni a la Junta Central, ni a los capuruchos que forman parte de las distintas cofradías. La Semana Santa pertenece a todo un pueblo que colabora, que se vuelca, que aporta, a las empresas que suman, a los de una calle principal o a la de un barrio. Da igual el itinerario o el horario elegido, si en la calle no están los jumillanos impacientes y llenos de sentimiento, pasión y fervor, la procesión será un rotundo fracaso. Porque tenemos la dicha de que la Semana Santa de Jumilla esté catalogada de Interés Turístico Internacional, algo que es un orgullo para todos, pero si se pierde la perspectiva local, y damos la espalda a la gente que la sustenta, olvidando de dónde venimos, estaremos abocados a la desaparición. No se puede traicionar al que te ha subido hasta donde estás. Ese podría ser un gran error.
En el Grupo de Comunicación Siete Días Jumilla, siempre hemos tenido muy claro que junto a la sociedad jumillana podremos hacer todo aquello que nos propongamos. Tardaremos más o menos tiempo, pero al final, se conseguirá.
Hay que dar siempre valor a lo cercano, a lo nuestro, porque, aunque sea muy fácil dejarse abstraer por los cantos de sirenas, no dejan de ser eso, fantasía en el aire. Los medios de comunicación locales de Jumilla, siempre hemos estado y seguiremos estado, pero no hay que olvidar que si se nos desprecia de mala manera, quizá cuando quieran, podría ser tarde. Porque todo en la vida tiene un límite y como es normal, las personas nos sentimos mejor donde nos valoran que donde nos desprecian.