En clave de sol by Gustavo López

El año pasado, nada más terminar la Semana Santa, el presidente de la Junta Central, hacía un balance en el que reconocía que “debemos seguir apostando en aumentar la música en el seno de las hermandades”. Además, yo personalmente, tanto en 2022 como en 2023, puse de manifiesto en este mismo espacio de opinión, que la procesión del Calvario se había convertido en la ‘del silencio’, ya que más de la mitad de cofradías iban sin acompañamiento musical, llegando a desfilar hasta cinco hermandades seguidas sin banda, lo que sinceramente considero que es impropio de una Semana Santa que es de Interés Turístico Internacional, y que además aspira a mantener este título. Aunque a veces pienso que no están por la labor.


Pues bien, después de un año, no es que el tema siga igual, sino que está peor, ya que la tristeza de procesión de la mañana, ahora también se ha contagiado a la de la noche del Entierro, que este año fue especialmente sosa, y las hermandades, a pesar de que en 2024 vayan a recibir ayuda municipal por música y otros menesteres, las bandas han vuelto a brillar por su ausencia.
Como decía, las palabras del presidente dejan claro que es algo que se sabe y se reconoce, pero a lo que nadie pone solución, ni desde las hermandades, ni desde la Junta Central, no se remedia, y encima va a más.
Por otro lado, pero también en el ámbito musical, en la procesión de la Redención del Sábado de Gloria, me llamó mucho la atención que cerrara la banda de música de Yecla, y no porque fueran nuestros vecinos, ni mucho menos, sino porque no se tratara de ninguna de las dos bandas de Jumilla, que un año más han vuelto a poner en la calle una nota de calidad indiscutible. En este caso, se trata de una actuación que contrata directamente la Junta Central, y en un gesto poco ‘patriótico’ (entiéndaseme la expresión), pues traen una banda de fuera y encima le pagan bastante más que a las de aquí. Vamos, un sinsentido de tres pares.
Por desgracia, este año se ha notado más de la cuenta que existe un notable desapego entre la Junta Central de Hermandades y el propio pueblo, al que solo quieren para que las empresas paguen los anuncios en el libro, paguen el cartel cuando lo ponen en los comercios, las sillas cuando te sientas, o el programa de mano, que no te lo dan, sino que te lo venden. Además de la subvención que reciben que también viene de los propios jumillanos. En fin, cuando se hacen las cosas de espaldas, pasan estas cosas o más.