Paso corto, vista larga by Pascual David Muñoz Álamo.

Policía y Criminólogo

En estos últimos días se habla en España y en el mundo del ganador español, “Balón de Oro 2024” el futbolista –Rodri- conocido por todos, si hablásemos de Rodrigo Hernández pasaría desapercibido y se convertiría en un nombre y hombre sin más.
Pero la realidad es que ese trofeo, dorado y flamante balón, está siendo eclipsado por la enorme fuerza y daños producidos en estos días, por otra protagonista, esa DANA de la cual recibíamos muchos anticipos en previsiones y alertas, pero como casi siempre sorprende y sus efectos son innumerables en diferentes zonas de nuestra geografía.
Las imágenes que nos deja son impresionantes, impactantes y sobrecogedoras. A los cuantiosos daños materiales producidos por las tormentas, inundaciones y precipitaciones en forma de granizo de un tamaño de pelotas de tenis, hemos pasado al extremo opuesto, de lo material a lo personal, con el fallecimiento y desaparición de decenas de personas. Los daños materiales demuestran la gravedad de lo vivido, donde centenares de vehículos se muestran agujereados por la magnitud de los impactos del granizo. Sumando casas anegadas por el agua y carreteras cortadas en ciertas provincias.


Los servicios de emergencia han atendido miles de incidencias con el fin de mitigar el impacto de lo dañado, pero el tiempo en esta ocasión no facilitaba, ya que las lluvias se hacían presentes de forma torrencial y con fuertes rachas de viento.
Del refranero español destacamos “Nunca llueve a gusto de todos”. En estos días muchas familias lo han perdido todo, otras se afanan en limpiar garages, sótanos y viviendas.
Hasta tuvo que darse las directrices para suspender en múltiples municipios las clases de los escolares, para evitar males mayores. Unos jóvenes que no pintarán paisajes bellos y dignos de ser admirados y recordados en un futuro, puesto que en tiempos atrás, un día de lluvia era sinónimo de fresco, de pintar en tonos grises con ese lápiz carboncillo y de salir a las montañas a buscar caracoles; ahora está todo turbio.

Ahora la lluvia no tiene medida. De las gotas mínimas que nada benefician y ensucian los vehículos pasamos a las abundantes, aquellas que producen inundaciones, cortes de tráfico, cultivos destrozados y lo que es peor, la vida humana en peligro y desaparecida, no creo que exista mayor pavor o miedo que el no saber sobre unos familiares o seres queridos. Tenemos que habilitar teléfonos que sirvan de alternativa para el colapsado y recurrente número de emergencias 112 que ante la avalancha de llamadas en catástrofes de magnitud queda saturado.