En clave de sol by Gustavo López

Las fiestas en los barrios han sido durante muchos años una de las tradiciones más esperadas por los jumillanos. San Blas, San Sebastián, San Juan, el Barrio del Carmen, y muchas otras celebraciones que en su día llenaban las calles de alegría, música, bailes y tradiciones gastronómicas, han ido desapareciendo con el paso del tiempo. Hoy en día, solo quedan unas pocas que sobreviven, como las fiestas de San Antón y San Fermín, que fue la última en incorporarse. Pero estas últimas, aunque se llevan a cabo, también corren peligro, ya que en San Antón están en pleno proceso de cambio de junta directiva, y todo pende de que se anime un grupo de vecinos a continuar con el trabajo, y en San Fermín, pues tres cuartos de lo mismo, ya que hay un activo grupo que el día que se aburran o decidan dar un paso al lado, podrían tener también un problema.


Las fiestas de barrio nacieron como actividades que servían ante todo para dinamizar a los vecinos de una zona. De hecho, se convertían en un fantástico encuentro social y se fortalecían los lazos entre todos. Durante estos días, los vecinos del barrio se vestían con trajes típicos, organizaban procesiones, competiciones deportivas, actividades de pequeños y mayores, y comían juntos. Cada barrio tenía su identidad y personalidad a través de sus fiestas, lo que las hacía únicas.
Sin embargo, con el paso de los años, los motivos que dieron origen a estas festividades han perdido fuelle. Está claro que la sociedad ha cambiado, y las nuevas generaciones ya no se sienten tan vinculadas a las costumbres de antaño. La llegada de nuevas formas de ocio, la influencia de las redes sociales y el cambio en las estructuras familiares, han reducido la relevancia de las celebraciones locales en los barrios. La organización de estas fiestas dependía en gran parte del trabajo voluntario de los vecinos, pero hoy en día, nadie tenemos tiempo y estas tradiciones chocan con las demandas de la vida moderna.
Es fundamental que los jumillanos y nuestra administración más cercana tomen conciencia de la importancia de reavivar estas festividades, ya que fomentan el sentido de pertenencia, y lógicamente combaten el desapego.
El futuro de estas tradiciones está en manos de todos. Es hora de que pongamos sobre la mesa posibles soluciones para devolverles el brillo que estos momentos han perdido, haciendo de las fiestas de barrio un símbolo de su identidad, orgullo local y un atractivo más.