Editorial
Es sabido que en Jumilla nos encanta celebrarlo todo, y por eso, nuestra actividad festera se podría calificar cuanto menos como “intensa”. De hecho, hay quien en su día dijo que en Jumilla es fiesta todo el año, algo que lejos de ser un mero eslogan, encierra mucha parte de verdad.
En este sentido, además de los festejos mayores de Semana Santa y todo lo que la rodea, y las patronales de agosto, junto a Carnaval o Navidad, nuestro pueblo seguía la tradición con las onomásticas de los santos que son patrones de sus respectivos barrios.
Así, empezaba el calendario con San Antón, que marcaba el final de las Pascuas. Éstas prácticamente se solapaban con las de la calle del Calvario de San Sebastián, que se daban la mano con las fiestas de San Blas en el Casco Antiguo. Luego, con la llegada del buen tiempo teníamos también San Juan, que convertía el barrio en una auténtica feria, y finalmente las de San Fermín que fueron las últimas en incorporarse al calendario. El año acababa con la Virgen de Loreto en la calle Canalejas.
Sin embargo, ahora, no sé si el cambio de los tiempos que han traído otras cosas, o la inactividad en algunas asociaciones vecinales, han hecho que San Antón se haya quedado prácticamente solo, al menos en el inicio del año, ya que de todas las celebraciones que había solo queda ésta y San Fermín, en julio.
Como decíamos, está claro que todo cambia, pero las fiestas de los barrios son convivencias que no se deberían perder, sí adaptar, pero, ante todo, conservar.