La iglesia Mayor de Santiago acoge el acto del pregón de Navidad

Dedicó un minuto de silencio “a quienes ya no están entre nosotros”, un instante de recogimiento que simbolizó con una silla vacía y el encendido de una vela

Lola Tomás Ruiz

La iglesia de Santiago acogió un emotivo, pregón de Navidad, pronunciado este año por la maestra y cantaora Victoria Cava, un acto que se convirtió en un auténtivo viaje por la identidad, la fe y las vivencias personales ligadas a Jumilla, de la pregonera, que ofreció un discurso íntimo y cuidado, cargado de recuerdos, de agradecimiento y de simbolismo.

Gratitud

Desde sus primeras palabras, Victoria Cava quiso expresar su gratitud al Ayuntamiento de Jumilla, a la Asociación Belenista San Francisco de Asís y a todas las personas que hicieron posible su elección como pregonera, y dejó claro que su intervención no sería solo un anuncio festivo, sino una declaración de amor a un pueblo que, como ella misma afirmó, “no se habita solo con los pies, sino con el alma”.


Cava evocó su llegada a Jumilla como maestra, sus paseos por las calles, barrios y plazas, su vinculación con el Colegio de la Asunción y la huella imborrable de alumnos, compañeros y familias. La Navidad apareció así ligada a los sentidos, a los olores de los hornos tradicionales, los dulces típicos, las chimeneas, los villancicos, las visitas a los belenes y las cenas familiares previas a la Misa del Gallo, descritas con una cercanía que conectó de inmediato con el público.


No faltaron las referencias a la música, al flamenco y a su trayectoria artística, estrechamente vinculada a Jumilla a través del Festival Flamenco “Uva de Oro”, el Teatro Vico o el Museo Arqueológico. Subrayó cómo la música, vivida desde la verdad y la emoción, ha sido siempre un puente entre lo humano y lo espiritual, especialmente en el tiempo de Navidad.

Silla vacía

Uno de los momentos más sobrecogedores del acto llegó con la presencia simbólica de una silla vacía, dedicada a quienes ya no están. Victoria Cava invitó a los asistentes a guardar un minuto de silencio tras el encendido de una vela, en un gesto sencillo pero cargado de significado, que convirtió el templo en un espacio de memoria gratitud y promesa.


El pregón tuvo una dimensión más profunda en cuanto a la fe se refiere, con referencias a la Virgen de la Asunción, al arcángel San Miguel y al Monasterio de Santa Ana, lugares clave en su vivencia espiritual. Jumilla fue tejiendo “casi sin saberlo”, los hilos de su historia de vida, de su familia, su enfermedad superada, maternidad y promesas cumplidas.


El acto concluyó con el cante de un villancico flamenco, que puso el broche final a un pregón que invitó a vivir la Navidad desde la sencillez, gratitud, memoria y cuidado mutuo.