Pascual David Muñoz Álamo. Policía Local y Criminólogo

Paso coroto, vista larga. Artículo de colaboración.

El nacimiento de un ser humano en este mundo lleva aparejado un maravilloso instante, no solo se cierne al momento de compactarse los corazones de una madre y su bebé, también se inician las primeras conversaciones. Esa conversación que solo una madre puede realizar con los ojos vidriosos y con el corazón compungido y donde la felicidad impregna la habitación. Esas primeras declaraciones de un amor eterno, donde el retoño ya recibe claramente los sonidos y las voces de los suyos. Es cierto que en el embarazo existe una previa, dentro del útero, el bebé comienza a reconocer ciertos sonidos que escucha todo el tiempo.
De las primeras intimidades que se confesaron y promesas que se lanzaron, de las canciones que se cantaron y de los libros o música que disfrutaron juntos, en un futuro de todo lo acontecido, dará que hablar para cuando lo tenga ya abrazado y besándolo, las voces cercanas, las de siempre le brindaran la tranquilidad y la serenidad que merece.
Y las voces siguen desarrollando el cometido que sin pretenderlo tienen atribuido.


Existen voces que son célebres, legendarias, eternas.
Nuestra infancia tiene una serie de connotaciones propias de esa etapa, recuerdos imborrables, pero también sensaciones placenteras, como eran los momentos de escuchar a nuestra yaya o yayo cuando en su regazo nos colocaba y nos hacía volar a las nubes en esas historias que solo ellos sabían relatar de un modo tan personal e íntimo.
La voz sostiene poderes entre los que se encuentra la atracción, puede llegar a ser más influyente para una persona que el propio físico de esta. Lo emocional no tiene barreras y un tono apropiado y una pronunciación calmada y la fuerza del contenido, te pueden hacer soltar lágrimas o transportarte al mismo origen de los planetas.
Es la magia de la escucha, de lo no visual, explicarte una serie de acontecimientos sin estar presente y aun así sentirte partícipe de la historia, es el relato en la forma lo que te hace sentir curiosidad, interés o simplemente vitalidad o euforia.
Tienes poder y tus palabras tienen vida, la que puedes proporcionar si eres lo suficientemente consciente cuando las otorgas, piensa antes de decirlas, busca expresiones que tengan que ver contigo y elige un tono que sea propicio para la ocasión.
Cierra los ojos por un segundo y activa tus oídos, con ellos sabrás perfectamente quién está a tu lado. Esas voces, esos timbres, esas diferencias inigualables que te hacen latir.