Tienen una filosofía muy clara, que no es otra que expresar en sus vinos “lo que es nuestra tierra, nuestro clima, nuestra gente, nuestra bodega y nuestro carácter”. Y eso lo llevan haciendo en Bodegas Alceño desde hace 150 años, cuatro generaciones que al principio contaban con escasos medios e instalaciones limitadas pero cuyo objetivo ha sido siempre el mismo: producir vinos de calidad y con personalidad.
Para celebrar este siglo y medio de vida, de tradición, historia, trabajo y constancia sacaron a la calle ‘Alceño 150 Aniversario’. Un vino, según su actual gerente Andrés Bastida, “grande e interesante”, con las mejores uvas, de las mejores parcelas y tratadas con los métodos de elaboración más artesanales.


‘Alceño 150’ es una edición única y limitada de 20.000 botellas, cuyo diseño es especial, tanto botella, tipo Borgata, como la etiqueta y refleja el trabajo realizado para poder continuar dentro de la élite de los vinos de la DOP Jumilla. Es un monastrell muy intenso en nariz, con notas de frutas rojas maduras y en boca muy equilibrado, buena acidez, con una madera persistente pero elegante y con un final largo pero muy agradable.

Viñedos y elaboración

Este vino procede de viñedos de monastrell de pie franco cultivado en vaso y de dos parcelas seleccionadas. El Llano se sitúa en una meseta entre las montañas denominadas las hermanas, la de Hellín y la de Jumilla, a unos 750 metro de altitud, con 55b años de edad, con rendimientos de 1500-1700 kilos por hectárea. La otra parcela para este vino está situada en la Hoya dela Carrasca, a una altitud de 650 metros, con rendimientos de 1800-1900 kilos por hectárea con una edad media de 60 años. La vendimia (entre la última semana de septiembre y la primera de noviembre) se realiza manualmente con una exhaustiva selección en el viñedo.


La elaboración se hace en depósitos de hormigón con un sistema del año 1950 importado de burdeos de sombrero sumergido, enfriando el depósito a una temperatura sobre 10 grados. El proceso de crio-maceración se desarrolla durante tres días y después comienza la fermentación, controlando su temperatura que no supere los 20 grados, aunque durante los dos primeros y el último tercio se deja que suba hasta los 27 grados.
El proceso total de maceración dura 16 días, prensando hasta 1.5 kilos y pasando a barricas de roble americano de primer vino de 300 litros donde realiza la fermentación maloláctica. Después se trasiega a barricas de 225, 300 y 500 litros de segundo vino. El tiempo total de permanencia en la madera es de 12 meses, seleccionando posteriormente las mejores barrigas y permaneciendo en depósitos de hormigón donde se realiza una ligera clarificación con corteza de levadura, lo que lo hacen apto para veganos. Por último, embotellan donde se ha tenido 8 meses en botella antes de que salga el vino a la luz.

Primera bodega comercial de Jumilla

La plaga filoxera producida a mediados del siglo XIX en la viticultura europea causó la rápida extensión del cultivo del viñedo en la comarca de Jumilla, que en aquella época no era un centro vitivinícola de primer orden como en la actualidad. En 1870 y aprovechando estas circunstancias, un emprendedor corredor de vinos llamado Roque Martínez fundó, junto con dos socios, la primera bodega comercial de Jumilla. Su hijo Pedro Luis Martínez García ya en solitario hizo prosperar el negocio familiar durante la primera mitad del silo XX.
A día de hoy, el nombre de Pedro Luis Martínez es sinónimo de vinos de calidad, solvencia empresarial y honradez comercial. En 1929 sus mistelas consiguieron el Gran Premio en la Exposición Universal de Barcelona. Por aquel entonces, la bodega podía albergar una totalidad de 300.000 litros de vino, obtenidos por los procedimientos de la época: pisado de uva en los lagares, prensado de orujo en prensas verticales, con almacenaje y crianza en toneles de madera.
En 1957 la propiedad y la gestión pasan a la siguiente generación. Ahí se amplía la capacidad hasta los 3.500.000 litros, se adquieren nuevos edificios, se amplían los antiguos y se modernizando los medios técnicos.
En 1983, la empresa se transformó en Sociedad Anónima, cuyos accionistas eran en su totalidad descendientes directos del fundador. Pertenecen a la DO Jumilla desde la fundación de ésta.

Familia Bastida

La familia Bastida adquiere la bodega en 2011, cambiando el nombre comercial a Bodegas Alceño, aportando savia nueva y adaptando los vinos al consumidor, pero manteniendo la misma filosofía. Para conseguir la máxima expresión realizan coupages de diferentes variedades de uva en vendimia de las distintas parcelas y parajes, buscando una línea de calidad constante años tras año. También destacan en rosados y dulces con carbónico natural y son la primera bodega en elaborar el primer método Champanoise Rosé de Monastrell.


Trabajan mano a mano con los agricultores para conseguir un gran potencial de calidad en las uvas y conservación del viñedo que proveen de su gran materia prima. Las instalaciones se han ido modificando con el paso de los años, pero preservando su carácter artesanal, adaptando las nuevas tecnologías, con modernas técnicas de vinificación, sin perder personalidad y tradición. En la elaboración consiguen marcar un carácter muy personal a sus vinos. La maceración y fermentación se realiza con el máximo cuidado para que el terroir de donde proceden estas uvas se exprese en el vino, en trabajo de envejecimiento por barricas de diferentes capacidades y orígenes y buscando complejidad y elegancia.
El actual equipo de gestión y técnico de la bodega que está dirigida desde 1997 por el enólogo Juan Miguel Benítez García, no ha cejado en su empeño de experimentar nuevos vinos con los que irrumpir de forma firme y decidida en el mercado nacional e internacional y premiados, muchos de ellos, en diferentes concursos y convocatorias de todo el mundo.