No es ni mucho menos la primera vez que escribimos en este espacio y sobre este tema y tampoco somos los primeros que lanzamos esta reivindicación que también han hecho bodegueros, responsables de colectivos, instituciones y organismos, así como expertos, profesionales y consumidores en general. Por favor, desterremos ya la palabra ‘caldo’ para referirnos a un vino. Y lo volvemos a pedir porque la mismísima consejera de Agricultura, Agua y Medio Ambiente de la Región de Murcia, Adela Martínez-Cachá utilizó este término en varias ocasiones en la presentación del Certamen de Calidad de Vinos de la DOP Jumilla que tuvo lugar en la capital murciana. ¡En un corte de voz de 50 segundos lo dijo hasta dos veces!

En cuanto a definiciones, caldo es “el líquido sustancioso que se obtiene de la cocción en agua abundante de algún alimento; puede utilizarse para preparar sopas, consomés y potajes o como base de diversas salsas y guisos”. Aunque no es menos cierto que la Real Academia de la Lengua también plantea otra acepción de caldo como: ”jugo vegetal, especialmente el vino, extraído de los frutos y destinado a la alimentación”. Con este último planteamiento de la RAE también podríamos ir a desayunar y pedir un caldo de naranja o de piña, ¿no? Reconociendo que están aceptadas estas dos definiciones, creo que todos nos deberíamos autoexigir eliminar la última de nuestro vocabulario cuando hablamos de vino. Con todos nuestros respetos, imagino que la señora consejera de Agricultura si un día frío y lluvioso le pide a su madre que le apetecería tomar un caldo, esta no le aparecerá con una botella de vino, por lo que al caldo, caldo y al vino, vino. También los hay que argumentan el uso de la palabra caldo para no repetir el término vino en un texto o discurso. Pues tampoco me vale, creo que hay otras formas de evitar una excesiva reiteración y no ‘insultando’ al vino que, sinceramente creo que es lo que hacen cuando le llaman caldo (por cierto el de mi madre del cocido le sale riquísimo).