Inmaculada González Montoya. Nazarena de Honor 2020

Ilusiones, proyectos, reactivación total, que con trabajo y entrega conseguiremos y donde siempre existirá la esperanza puesta en un entorno que se avecina, que tenemos a la vuelta de la esquina, en un escenario mágico en el que todos seremos partícipes de una nueva realidad, donde valoraremos mucho más cada detalle vivido y disfrutaremos de cada momento con la intensidad merecida. Así estoy viviendo personalmente este periodo de tiempo, porque en definitiva no es más que eso un periodo de tiempo que terminará y preparándome para volver, porque volveremos fortalecidos, llenos de vida que pondremos en cada acto y palabra pronunciada.

                2020, llamativo, histórico, año que será recordado, no solamente en Jumilla, sino mundialmente y en su transcurso en el seno de una pequeña-gran familia semanasantera, Inmaculada González Montoya, es nombrada Nazarena de Honor de la Semana Santa. No habrá material gráfico donde se refleje mi compromiso como Nazarena de Honor durante actos de Cuaresma, ni mi orgulloso procesionar representando a mi querida Semana Santa, pero puedo asegurar que me siento plenamente comprometida con ella, orgullosa de pertenecer a mi pequeña hermandad Samaritana y en representación de ella trato de aportar a la Junta Central la luz y alegría necesaria para ir afrontando el devenir de los días.

                Recuerdo y repaso el año que está por terminar, donde cada mes la Semana Santa adquiere un protagonismo especial, mostrando al mundo internacional nuestra devoción por ella a través de su cartel con el que viajamos a FITUR, otorgamos Menciones Honoríficas, presentamos libro y material gráfico y celebramos el nombramiento de Nazarena de Honor 2020, donde emoción y felicidad compartieron espacio, donde juventud y madurez hicieron que esta Nazarena de Honor que les habla, viviera entrañables momentos en compañía de familiares y amigos.  Aprovecho estas líneas para agradeceros a todos, absolutamente a todos que hicierais mío ese día, sin saberlo fue una despedida por un tiempo, besos y abrazos ¡¡Mira que dimos!!   

                Paramos, suspendimos, cumplimos…. Pero no terminamos, disgustos, llantos, tristeza, pero, no, no terminamos porque un alma semanasantera nunca termina, en breve espacio de tiempo nos recompusimos, las redes, los medios de comunicación y Jumilla en general se convertían en Semana Santa, supimos mantener el espíritu de nuestra Semana Santa, la música inundo nuestras calles, las campanas repicaban, La Palabra se escuchó y esa es la lección aprendida de un año atípico, diferente, que vosotros, nosotros, todos juntos podemos superar.

                Lo superaremos, con fuerza, con ánimo, con el deseo y la esperanza de iniciar un año nuevo, que nos devolverá a nuestro tiempo, a ese tiempo que siempre deseamos y que en mi caso es Semana Santa siempre y digo siempre, es para mí un honor ser Nazarena.