Editorial
En apenas dos meses, hemos superado dos procesos electorales con sus respectivas resacas del día después, donde nos encontramos balances de todos los tipos, colores para todos los gustos y donde el que no gana es porque no quiere, porque aquí, ganan todos, y más en ocasiones como éstas, donde los márgenes están más ajustados que los pantalones de un torero.
Con estos resultados sobre la mesa, miedo me dan muchas cosas, pero, sobre todo, la posibilidad de que los políticos elegidos no estén a la altura y en lugar de entenderse y solucionar, se conviertan en parte del problema.
Me estoy refiriendo a la posibilidad de que se tengan que repetir las elecciones autonómicas en la Región de Murcia y la generales en el Estado. No queremos ni pensarlo.
Independientemente de lo que pase, lo que sí está claro es que es urgente que todos se sienten en la misma mesa y acometan los cambios necesarios para que los gobiernos no se estrangulen, para que no se pueda dar el bloqueo, y mucho menos, que gobiernen los minoritarios, en lugar de los partidos más refrendados.
En este caso, se puede hablar de una segunda vuelta, o simplemente de habilitar una fórmula parecida a la que se da en los ayuntamientos y dejar gobernar a la lista más votada cuando ninguna obtiene la mayoría absoluta de su respectiva cámara.
Mientras tanto, a hablar los unos con los otros, dejando a un lado las ambiciones particulares en beneficio de los ciudadanos. Mejor nos irá a todos.