En clave de sol by Gustavo López
El pasado sábado, Yecla celebró uno de los actos previos más importantes dentro de sus Fiestas Patronales de la Virgen del Castillo. Se trata del pregón, que este año he vivido de una manera muy especial, y he compartido con el encargado de pronunciarlo, mi socio y como a mí me gusta decir, mi hermano, Antonio Martínez-Quintanilla Puche, director de Siete Días Yecla, consejero del Grupo Siete Días, y dedicado a los medios de comunicación ya más de 40 años. Sin duda, un honor ganado a pulso que no defraudó a nadie, y que fue correspondido con una pedazo de ovación de las que no se recuerdan en la vecina localidad durante casi cinco minutos. Y es que muchas veces, los colectivos festeros se empeñan en elegir como anunciadores de sus fiestas a ‘grandes personajes’, que quizá son muy conocidos o con un extenso currículo, pero que no conocen o tienen poca idea, de aquello que van a pregonar. Pero es que somos así, nos obnubila lo de fuera, lo valoramos más, y aquello que tenemos a nuestro lado, le damos la importancia justa.
Como no podía ser de otra forma, el discurso de Antonio tuvo un marcado eje en defensa del trabajo que realizan los medios de comunicación local siempre, pero sobre todo en los grandes acontecimientos, como puede ser el caso de las fiestas o eventos similares. Y en este momento, tengo que reconocer una vez más mi envidia sana, si es que esto es posible, al ver el valor, el cariño y la importancia que los yeclanos siempre otorgan a los medios de comunicación y a sus trabajadores. Los tienen en un verdadero pedestal y son lo primero en todo, ya que tienen muy claro que no están dispuestos a valorarlos cuando los pierdan, ni mucho menos. Bajo ningún concepto quieren llegar a ese caso, y por eso, les dan cariño y los tienen como pieza fundamental y destacada.
Este hecho no es la primera vez que lo destaco. Siempre me ha admirado y como decía, me da hasta cierta envidia. Y como antítesis, aunque con honrosas excepciones, en la parte opuesta, aquí en Jumilla hay colectivos que actúan con la mentalidad errónea de que rendirles pleitesía es nuestra obligación y, por lo tanto, no hay nada que agradecer.
Pues bien, no se trata de dejar en el ambiente el no sentirme profeta en mi tierra, no querido, con falta de apoyo o incluso odiado, nunca más lejos de la realidad, pero sí en ocasiones, aquellos que más deben de reconocer el trabajo de los medios, son los que menos reconocimiento les dan.