Editorial
Por segundo año, las cuarentunas han llenado Jumilla de la mano de AFAD, la Asociación de Familiares de Enfermos de Alzheimer. Y hay que felicitar efusivamente a este grupo de personas que han logrado alinear los astros y poner a mucha gente de acuerdo para demostrar, una vez más, el alto nivel de los jumillanos para organizar grandes eventos como éste que se acaba de vivir.
Lo más destacable, sin duda, ha sido que todo ha estado mucho mejor que el año pasado, donde los propios tunos han reconocido que cuántos certámenes internacionales de este tipo, de los que se celebran en grandes capitales en España, quisieran acercarse solo un poco a lo bien que lo han hecho desde AFAD, que se ha pegado una currada digna de mención.

Al hilo de esto, es necesario destacar la aportación de decenas de voluntarios que han prestado su apoyo, incluso donde algunos de ellos, que ni siquiera son de la asociación, pero han aportado mucho. Igualmente, empresas colaboradoras, de todos los tamaños, grandes y pequeñas, pero que han dado un sí rotundo, aunque haya habido deshonrosas excepciones que deberían haber estado y, sin embargo, han mirado para otro lado.
La importancia de las aportaciones voluntarias y de las colaboraciones en la organización de este tipo de eventos se convierte en vital y siempre es bueno reconocerlas y ponerlas en valor, por justicia.