José Javier Soriano Martínez, presidente de Coros y Danzas de Jumilla

Este festival es mucho más que un simple evento cultural, es el latido de nuestra tierra, un abrazo a nuestras raíces que nos recuerda de dónde venimos y por qué es tan importante mantener viva nuestra tradición. Como alguien que ha vivido siempre inmerso en la cultura popular, en el folklore, la etnografía y la historia de nuestro pueblo, no puedo evitar sentir una profunda emoción cada vez que llega el momento de este festival. Este año celebramos la edición número 44 del Festival Nacional de Folklore Ciudad de Jumilla, un evento que se ha convertido en el diamante de nuestra feria y fiestas.


Durante tres días, Jumilla se llena de color, de vida, de risas, de peinados y trajes tradicionales que nos trasladan a épocas pasadas, pero con una energía renovada que contagia a todos. Los bailes, las canciones, los acordes que resuenan en cada rincón, no solo nos cuentan historias, sino que nos conectan con algo mucho más grande: la esencia de nuestra tierra. Las voces de los grupos participantes, que llegan de todas partes de España, nos tocan el alma, nos recuerdan las costumbres que nos unen, aunque estemos a kilómetros de distancia. Porque al final, aunque cada pueblo tiene su propia forma de vivir y entender la tradición, todos compartimos la misma pasión por nuestra cultura.


Este año, grupos de lugares tan distintos como Burgos, A Coruña, Albacete, Isso, Patiño y Tegueste se suman al festival junto a nosotros, junto a Jumilla, el alma del festival. Cada grupo, con su folklore único, nos hace sentir que nuestras raíces, aunque diferentes en su expresión, tienen mucho en común. Ver a tanta gente de distintas partes del país celebrando lo mismo nos hace sentir más conectados, más unidos. Nos recuerda que el folklore, lejos de ser algo del pasado, es una fuerza viva que sigue creciendo, que nos llena de orgullo y nos hace sentirnos parte de algo más grande.


Pero el festival no se trata solo de actuaciones. También es un espacio para reflexionar sobre nuestra historia, nuestra gente y nuestras tradiciones. Este año, presentamos la 22 edición del cuaderno cultural ‘Licinciería’, que recoge una parte fundamental de nuestra identidad: los sistemas de conducción del agua, el riego y la historia de cómo la gente de Jumilla ha aprendido a convivir con el agua durante más de 500 años. Esta tradición, más que un simple sistema, es lo que ha permitido que nuestra tierra sea lo que es hoy, y es algo que debemos valorar y preservar.


El Festival Nacional de Folklore Ciudad de Jumilla es como una maquinaria bien engrasada que convierte a los más de 150 participantes en verdaderos embajadores de nuestro pueblo. Cada uno de ellos, al ponerse en sus trajes y subir al escenario para recibir los calurosos aplausos de nuestros vecinos, en cada barrio o pedanía donde comparten bailes, cantes, risas y anécdotas, dónde se intercambian cultura y tradición en estado puro con nuestra gastronomía, van inundándose lo que somos, de lo que representamos, en definitiva, se llenan de ‘Jumilla’.


Al final, lo que nos trae este festival es mucho más que música y danza. Es una oportunidad para reconectar con lo que somos, para mirar atrás y recordar nuestras raíces, y para seguir caminando hacia adelante con el mismo orgullo y la misma pasión. Porque el folklore no es solo un recuerdo, es una parte viva de nuestro día a día, y es lo que nos hace quienes somos. Cada año que pasa, siento que nuestra comunidad se hace más fuerte, más consciente de su identidad y más unida. Y eso, amigos, es lo que verdaderamente celebraremos estos tres días en Jumilla.