La responsabilidad social corporativa, que según en el ámbito en el que nos encontremos, también es conocida como responsabilidad social empresarial o inversión socialmente responsable, es algo que no solo debe ser única y exclusivamente atribuible a las empresas, sino que igualmente se debe aplicar también a las asociaciones que reciben subvenciones, ayudas o financiación de un pueblo y por ello, deben estar obligadas a devolver una parte de aquello que reciben.
De tal manera se define este concepto como la contribución activa y voluntaria a mejorar social, económica y ambientalmente por parte de las empresas y colectivos, generalmente con el objetivo de lograr una mejor situación competitiva y valorativa, consiguiendo así un destacado valor añadido.
La responsabilidad social corporativa debe ir más allá del mero cumplimiento de las leyes y las normas, llegando incluso a ser una obligación para que cualquiera deba cumplir simplemente por el hecho de realizar su actividad en un lugar concreto, del que sin duda recibe, y una parte ha de ser devuelto por el bien de todos.
Durante las últimas Juntas de Gobierno Local, se ha acordado la concesión de varias subvenciones, algunas de ellas sociales, a las que sin duda se les presupone su correspondiente Responsabilidad Social Corporativa, ya que el dinero que reciben lo emplean en la propia sociedad, lo agradecen, e incluso lo multiplican por bastante, es decir, que si reciben 100, lo aprovechan como si gestionaran 1.000.
Asimismo, otros colectivos deben de entender que las ayudas o subvenciones que un Ayuntamiento les entrega, no pertenecen al propio Consistorio, sino que son del pueblo y por lo tanto, no es dinero caído del cielo, sino que hay que agradecerlo siempre, y no solo a los políticos que firman el pago, sino al pueblo que los aporta con sus impuesto, sin creerse nadie que tiene derecho a todo y que una vez que me lo dan, es mío.
En fin, que con más Responsabilidad Social Corporativa, nos iría mejor a todos.