La epidemia de gripe la tenemos encima ya que la intensidad de la actividad gripal sigue en aumento y su incidencia es ya de más de 50 casos por 100.000 habitantes, según los últimos informes.
Los síntomas duran, generalmente, una semana y se caracterizan por la aparición súbita de fiebre alta, dolores musculares, dolor de cabeza y de garganta, tos seca y mucosidad nasal. Además, según advierten las autoridades sanitarias, se trata de una enfermedad de curso benigno que no requiere de tratamiento antibiótico, donde la mayoría de los afectados se recuperan en una semana o poco más, aunque en algunos pacientes con enfermedades crónicas, puede producir neumonía, enfermedad grave y hasta la muerte.
Hay que tener siempre muy presente que la gripe se trasmite a las personas cercanas que inspiran las gotitas respiratorias producidas por la tos y estornudos, o incluso al hablar. También se puede trasmitir a través de las manos contaminadas y del contacto con superficies u objetos con presencia del virus e inoculación posterior al tocarse la propia boca o nariz. La mayoría de personas pueden infectar a otras desde un día antes del inicio de los síntomas, hasta 5 o 6 días después del comienzo de los mismos.
Por ello, la vacunación es la forma más eficaz de prevenir la infección, sobre todo en personas denominadas como de mayor riesgo, como enfermos con enfermedades crónicas, personas con obesidad mórbida y/o algún tipo de inmunodeficiencia, mayores de 65 años y mujeres embarazas, aunque principalmente se recomienda evitar el contacto con personas enfermas, por lo que las personas con gripe no deben ir al trabajo o al colegio mientras dure la enfermedad.
En fin, que esto es lo toca y ante cualquiera de los síntomas, el mejor consejo será siempre asistir al médico, huyendo de la automedicación y cumpliendo a rajatabla los consejos de los médicos, que para eso están.