Editorial

Para los medios de comunicación locales, la Semana Santa es una celebración en la que se puede trabajar, ya que todo va ordenado y las cosas suceden una detrás de otra. Sí es cierto que desde el Viernes de Dolores hasta el Domingo de Resurrección, hay muy pocos huecos sin actividad, pero al ser un único organizador, pues el programa es ordenado.
Sin embargo, en Cuaresma ocurre todo lo contrario, ya que no hay un solo organizador, sino que todos hacen, organizan y programan actos propios de sus hermandades que convierten la agenda semanasantera en un auténtico caos.


Es lógico que cada uno de los componentes de una hermandad, asista a lo que dispone su respectivo colectivo, pero no siempre sucede así, ya que hay gente a la que le gustaría poder asistir a varios, pero se torna el algo imposible cuando se solapan días e incluso horas y no hay nadie que coordine nada.
Como ejemplo, el pasado domingo, a la misma hora estaba el concierto solidario del Cristo de la Salud, la entrega de la Lanzada del Santo Costado y el acto de hermandad de la Cofradía del Rollo. ¡Un auténtico descontrol!
La Semana Santa de Jumilla, después de conseguir la declaración de Interés Turístico Internacional, no debe de quedarse solo ahí y como entidad importante, necesita prestarle muchísima más atención a temas como el protocolo, la organización de eventos, la gestión de una buena agenda de actos, una comunicación efectiva y profesional y una promoción digna de un título que, en lugar de ser el principio del camino, quizá se crean que es la meta.