La igualdad y las caídas protagonizan la segunda semana del Tour. Chris Froome sigue líder, pero Aru, Bardet y Urán están cerca

Siguiendo el hilo de las crónicas realizadas hasta el momento, tras la exhibición de Aru en la Planche des Belles Filles durante la 5ª jornada de carrera, el Tour se orientaba al sureste con dos etapas prácticamente llanas, de las llamadas de transición.

La 6.ª etapa, con final en Troyes, sería para el ciclista alemán Marcel Kittel, durante una jornada kilométrica (216 km) que apenas tuvo historia y que rozó el tedio en algunos -muchos– momentos. Escapada consentida por los equipos de los velocistas, mantenida a muy pocos minutos hasta los compases finales de la etapa, para que terminara imponiéndose, con manifiesta superioridad sobre el resto de sprinters, el ciclista bávaro antes mencionado, quien arrancó el sprint, sin embargo, completamente solo y mal colocado.

Guión de carrera, en su desarrollo, muy similar al anterior. Prácticamente calcado sería el que pudimos presenciar durante la 7ª jornada de Tour con llegada en Saint-Georges. Sin embargo, el desenlace nos regalaba una pequeña sorpresa. Esta vez Kittel no lo tuvo tan fácil en esos últimos metros en los que suele liquidar sin miramientos al resto de sus rivales, y protagonizó, junto con Edvald Boasson Hagen, la llegada más ajustada de la historia del Tour de Francia, una historia centenaria. Ni siquiera la foto finish –ahora vídeo finish– resolvía las dudas, hasta que los jueces estimaron que Kittel aventajó en 0,0008 segundos (ocho diezmilésimas) al segundo clasificado.

Y así se llegaba al díptico del macizo de Jura, situado al noreste de Francia y muy próximo a la frontera con Suiza. Un enclave que podríamos calificar de salvaje y selvático, que apenas había sido explorado antes por el Tour de Francia.

La primera de estas etapas –la 8ª de carrera– sirvió para que acabara imponiéndose en la estación de Rousses uno de los ciclistas más prometedores del momento: Lilian Calmejane. El espigado competidor galo se mostraba definitivamente al mundo, tras vencer con gran mérito el año pasado en una etapa de la Vuelta a España y este año en la semana Coppi-Bartali y en el circuito de la Sarthe, y lograba con brillantez el que es, hasta hoy, su triunfo más importante. En una etapa de gran desgaste, sin un solo metro ni segundo de respiro, y en el que su galopada estuvo puesta en jaque hasta los últimos metros por el también espigado ciclista neerlandés Robert Gesink.

Y de esta manera se llegaba al domingo 9 de julio y a la 9ª etapa de carrera, previa a la primera jornada de descanso.

Llegaba, tal vez demasiado pronto, la que era considerada por la mayoría de ciclistas como la etapa más dura –aún no sabemos si decisiva– de lo recorrido hastael momento por este Tour.

181,5 kilómetros entre Nantua y Chambéry, surcando carreteras estrechas, sinuosas, ásperas y ratoneras. Con una cota de 4ª categoría y seis puertos de montaña, dos de 3ª, uno de 2ª y tres de categoría especial o fuera de categoría.

Una pesadilla para muchos, un perfil dramático, vistas las consecuencias, en sentido literal y en el figurado. Una silueta terrorífica plagada de dientes de sierra, el escenario soñado por unos pocos corredores y el temido por muchos otros, quizá la mayoría.

Etapa que acabaría coronando en Chambéry el bravo y correoso ciclista colombiano Rigoberto Urán. Lo cual representaba un renacer del ciclista sudamericano, que se hacía con un triunfo de enorme prestigio en dura pugna con el francés Warren Barguil, el cual marchó por delante de los favoritos infiltrado en la fuga del día y que pareció el primer ganador de la etapa hasta que la foto finish desveló para él la fatal noticia.

Pero antes de que los ciclistas arribaran a la ciudad de la Saboya francesa, aquella cruenta etapa se había cobrado unas cuantas víctimas.

Duele especialmente la pérdida para la competición de ciclistas como Jesús Herrada, Rafal Majka, Geraint Thomas y Richie Porte, todos por caídas. Especialmente triste y dolorosa es la protagonizada –a su pesar– por Porte durante el último puerto del día, el Mont du Chat, en un descenso sobre el que ya habíamos puesto el acento en la primera crónica de este Tour de Francia en Siete Días. Una bajada plagada de “trampas” y que se saldaría con fractura de cadera y clavícula para el ciclista australiano, el más grave de los accidentados durante la etapa.

Pero hubo otros como Alberto Contador y Nairo Quintana que dijeron adiós, especialmente el madrileño, a sus aspiraciones en la carrera soñada. Quintana lograría, al menos, salvar los muebles in extremis y dejarse tan solo 1´ 15´´ en meta. El caso de Alberto Contador es aún peor: al ceder 4´ 19´´ y estar a 5´15´´ del británico, echa por tierra sus aspiraciones en este, el que –casi con toda certeza– será el último Tour con alguna probabilidad real de victoria.

Así, el Tour y sus ciclistas se aventuran desde la etapa de hoy jueves (la  13ª de carrera) a los Pirineos, esa cordillera que se atrevieron a recorrer unos benditos locos aquel lejano 21 de julio de 1910 por primera vez en su historia.

El espectáculo y la carrera han de continuar. Viva el ciclismo y el Tour de Francia.

EL TOUR DE FRANCIA MUTILADO

Una edición especialmente accidentada, ya no por el número de abandonos y caídas –habituales desde siempre durante los primeros días de competición– sino por la gravedad de las mismas y por la magnitud de los ciclistas afectados. Y tras ver incrédulos como abandonaban la carrera los Valverde e Izagirre (también Sagan por otros motivos), ahora hemos de asimilar las retiradas de Geraint Thomas –primer líder de este Tour de Francia y puntal básico en la estructura del conjunto Sky–, Rafal Majka (apuesta del reforzadísimo equipo BORA para la alta montaña) y, especialmente, la de Richie Porte, uno de los grandes contrincantes de Froome en la presente edición del Tour y el rival que más en forma se vio en la espeluznante etapa del pasado domingo en el llamado macizo de Jura.