Fue recibido por los padres franciscanos en el convento de Santa Ana

Una romería no exenta de polémica con algún reproche entre Medio Ambiente y Ayuntamiento

El Cristo Amarrado a la Columna reposa ya en su morada habitual, el convento de Santa Ana, y con sus cuidadores principales, los frailes franciscanos que habitan en el monasterio.

Tras la misa de despedida en la parroquia de Santiago, cientos de fieles y devotos acompañaron a la imagen, en principio hasta la ermita de San Agustín y a ritmo de tambores y palillos de los Armaos, pero lo cierto es que una vez allí, muchos son los devotos que ya se descuelgan y no continúan ese acompañamiento hasta el final del trayecto, que es el convento de Santa Ana, en la tradicional romería.

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