Editorial

Cada vez que se publican los datos de vacunación a nivel nacional entre todas las comunidades autónomas y aparece la Región de Murcia en el último lugar, un sentimiento de tristeza nos embarga. Y no es que tengamos que ser los primeros en todo, pero tampoco el farolillo rojo en algo tan vital como la vacunación, que debería de ocupar a los políticos y responsables prácticamente a jornada completa.
La Consejería de Salud de la Región de Murcia parece estar más preocupada en ver las vigas en los ojos ajenos, que en solucionar las motas de polvo en el suyo. Desde el minuto uno, los responsables regionales se han esforzado en culpar de todo este notable retraso en la vacunación al Gobierno central por la incertidumbre creada alrededor de AstraZéneca, algo que lógicamente es criticable y lamentable, pero eso no debe de eximir de responsabilidad al Ejecutivo regional que es el que debe hacer las cosas bien como sí se están haciendo en otras muchas comunidades autónomas pero que aquí hemos sido más veces noticia por las descoordinaciones entre la Consejería y el Servicio Murciano de Salud, que mientras los profesionales han puesto toda la carne en el asador, los responsables se han decantado por hacer política baratera in mirar al interés general.

Además, la Consejería de Salud es de la pocas de España que no ha puesto en marcha ni una sola campaña de comunicación y sensibilización seria sobre la seguridad de las vacunas, la necesidad de vacunarse y la importancia que tienen para salir cuanto antes de este túnel. A veces hay que ser tan exigente con la Consejería de Salud que tú diriges como con el Ministerio de Sanidad. Si fuera así, otro gallo estaría cantando.