En clave de sol by Gustavo López

Dicen que los americanos son los ciudadanos más patrióticos del mundo. Para ellos, su bandera los une a todos sin excepción, y los símbolos de los diferentes países, son todo un orgullo. De esta manera es algo normal y para nada extraordinario, que la bandera de Estados Unidos esté en todos lados, ya sean gorras, camisetas y miles de recuerdos que ofrecen a los turistas. Por lo tanto, yo creo que habrá muy pocas personas en el mundo a las que les enseñes la bandera de barras y estrellas y no sepan a qué país pertenece.
Siguiendo en esta línea, lo de los yanquis es algo reseñable, pero tampoco es único, porque tan solo vale con mirar a nuestros vecinos los franceses, para los que los símbolos de la patria también son notablemente identificativos y respetados.
Pero si nos miramos el ombligo a nosotros mismos y vemos lo que pasa en España a este respecto, comprobamos que para nada tiene que ver con los muchos ejemplos de otros países donde la unanimidad alrededor de su bandera y escudo está fuera de toda discusión.


Aquí, hace unos días, celebramos la Fiesta Nacional, y la noticia se ha centrado en los abucheos al presidente del Gobierno, insultos incluso, así como ofensas a las víctimas del terrorismo.
En España, pueden llegar a ocurrir cosas tan extrañas y contradictorias, como que los mismos que piden respeto máximo y se declaran patriotas convencidos, a la vez griten y revienten un acto de homenaje a la patria, a la bandera y a los caídos en defensa del país.
Los símbolos nacionales no son de nadie en concreto, a nadie pertenecen por tanto, y nadie puede hacer uso particular de ellos. Si eso lo tuviéramos claro, otro gallo nos cantaría.
Imagínense por un momento que ponemos una bandera de España en nuestro balcón. Automáticamente, llamaríamos la atención de todos los que pasaran frente a nuestra casa, y todos o casi todos pensarían que: ¡Vaya un tío facha!, aunque muchos no tengan ni idea de lo que significa esa palabra.
Por último, destacar que esta apatía por nuestros símbolos nacionales, no está provocada por arte de magia, sino precisamente por la falta de unión de aquellos que están llamados a estar más unidos que nadie y que pugnan cada vez que pueden por apropiarse de algo que no pertenece a nadie, y que es de todos. Paradojas de la vida.