Colaboración de Manuel Gea Rovira. Ex-concejal de Cultura, Educación y Fiestas
Desde los tiempos de epidemias o guerras, no conocía la ciudad de Jumilla un dolor ciudadano tan letal y profundo, como el padecido desde las 4 y media de la madrugada en el día 19 de marzo de 1981, festividad de San José. Un autobús con viajeros de las localidades de Adra (Almería) y de Dalías, con destino a Valencia para asistir a las Fallas, quedaría terriblemente destrozado por la horquilla-pala de un tractor que se aflojó de su cable en el camión que lo transportaba, cuando éste se cruzaba en sentido contrario al autocar, que venía por la recta de El Puerto de Jumilla. El impacto en el lateral izquierdo del autobús fue cortando el techo y penetrando en la fila izquierda, segando cabezas de pasajeros. Once víctimas mortales, entre ellas, una profesora de EGB de 32 años, con hijos, dos mujeres solteras de 15 y 19 años, niños, una niña de ocho años, mayores jubilados, agricultores, mujeres casadas y solteras, amas de casa, hermanos y hermanas.
Estaban acercándose adormilados a las luces preciosas de Jumilla y ya no verían en inocente excursión nocturna, las fiestas de las Fallas de Valencia, ni regresarían vivos a sus pueblos muchos de ellos. Unos lo harían traumatizados por el horror sangriento de los cuerpos fallecidos. El conductor de Verja-Adra, Sebastián Salmerón, se salvó al amagar el cuerpo, cuando vio entrar la cuchilla y con sangre fría maniobró volante y frenada, hasta aparcar con agobiante sobresalto en un arcén cerca de la Herrada del Tollo. Eran sobre las cuatro de la madrugada en el lugar fatídico, del punto kilométrico 36,600 de la Comarcal 3.213 (Hellín-Novelda) y al poco unos jóvenes avisaban al pueblo del desastre.
Allí tenemos hoy el Monumento de la Solidaridad y el Luto de los tres pueblos, respaldado por dos acuerdos plenarios y dedicación de calles en ambos pueblos gracias a numerosas colaboraciones. El lugar del monumento, fue cedido generosamente por el propietario del terreno agrícola, finca de “Las Cabezuelas” Eliseo Martínez y su hijo profesor Manuel Martínez, que nos permitieron ocupar un ángulo lindero de camino, sin grabar al Ayuntamiento con ningún compromiso. Los trabajos dieron fruto con el aparejador del Ayuntamiento Herminio Poveda, el concejal de Obras José Lorenzo y personal del Ayuntamiento.
Cuando el comportamiento de toda clase de personas honra a Jumilla y Adra.
Aquella madrugada de la festividad de San José fue de la pesadilla, el espanto pero también del nacimiento de una solidaridad inmensa, entre tres pueblos. Los bomberos movilizados por el alcalde José Yagüe Ortuño, tuvieron que lavar con mangueras cien metros de asfalto, tras el accidente y el interior del vehículo siniestrado. El encargado del cementerio municipal, el sufrido y esforzado Sebastián García Jiménez decidió por su cuenta hacer el trabajo más tétrico y humanitario dentro del autobús, recomponiendo cuerpos y cabezas con su valiente sobrino Joaquín, sacando el revoltijo de cuerpos y de personas todavía vivas, pero descompuestas, conmocionadas.
Terrible tragedia y espeluznante situación con ambulancias para traslados de cuerpos al depósito municipal del cementerio, donde esperaban su familiares para identificarlos. Allí hubo una primera misa de “Córpore in sepulto” oficiada por el cura Francisco García. Nos dimos cuenta de la suerte de tener un Cuartel de la Guardia Civil en Jumilla y Comisaría de Policía, una Casa de Socorro, cuatro médicos, dos ATS, voluntarios de la Cruz Roja, un Juzgado y una Guardia Civil reforzada, que regulaba el tráfico, salida de ambulancias etc. Estos encarnaron otro servicio improvisado de asistencia psicológica y amistosa en su Sala de Armas del Cuartel, como milagrosa enfermería, destacando las esposas al cuido y consuelo de los viajeros heridos hasta el día siguiente del accidente.
Las víctimas fueron Antonia Jiménez Rodríguez, de 8 años, María del Carmen Moreno Marín de 18 años; Rosario Dolores López Carrillo de 57 años y Dolores Moreno Fernández, de 52 años casadas y amas de casa; Francisco Salmerón López de 60 años, casado y agricultor, María Luisa López Romero de 32 años, casada y profesora de EGB; Justa Orejudo Romero de 12 años, escolar hija de Antonio y de Ana; Encarnación Espín Rodríguez, de 19 años, soltera; Francisco López Vargas de 40 años, soltero, agricultor. Del pueblo de Dalías, eran Dolores Maldonado García de 62 años y su hermana Mercedes de 58 años, casadas y amas de casa. Otras tres personas fueron internadas en la Residencia de la Seguridad Social de El Palmar en Murcia.
Víctimas del automóvil de Jumilla, el 6 de enero de 1982
Del segundo accidente en la misma carretera del Puerto a Jumilla, el 6 de enero de 1982, el recuerdo de las víctimas mortales, se unieron al monumento de Adra, de acuerdo los dos Ayuntamientos. Como consecuencia de un choque frontal de un automóvil con un camión tuvimos los fallecimientos de Francisco Sánchez Hernández, de 29 años; su hijo Pedro Luis Sánchez Martínez, de 4 años; Pedro Navarro González de 27 años, su esposa Catalina Pérez Ruiz, de 26 años, su hijo Pedro Navarro Pérez de nueve meses de edad; Antonia González Salar de 53 años, abuela del pequeño; María Pérez Ruiz de 22 años, hermana de Catalina y su novio Miguel Santos Santa de 22 años.
En Santa Ana me inspiré con la idea del Monumento Solidario
Es imposible resumir más detalles de gestiones y colaboraciones a partir de la inspiración que tuve en aquellos días que descansaba mi familia en la colonia de Santa Ana, pero diré que conté con la comisión y la alcaldía de José Yagüe, que no dejó nada al azar en aquellas fechas. Mis gestiones rápidas con el concejal de Cultura de Adra Parrilla Manzano y el alcalde Pedro Sarmiento, hicieron coincidir con dos plenos municipales del 26 de marzo de 1981 el aprobar un monumento. Mis conversaciones en la Escuela de Artes y Oficios, con los profesores y titulados en Bellas Artes, de Madrid, Dionisio Paje Muñoz y María Ángeles Espinosa García se comprometieron con el boceto que regalé hace tiempo al Museo Etnográfico de Jumilla, con Cayetano Herrero. Renunciaron los artistas a parte del trabajo dejándolo en 250.000 pesetas. Consta de dos figuras surrealistas fundidas en un abrazo ante la desgracia de dos pueblos. Se modelaron científicamente con materia artificial de polvo de marmolillo y hay que cuidarlas en su conservación a la intemperie y con cerco de hierro artístico si fuera posible. Lo instalaron el aparejador municipal Herminio Poveda, el concejal José María Guardiola, el concejal de Obras José Lorenzo y personal municipal, mediante una base chapada con placas de caliza. Su costo final estuvo en las 600.000 pesetas.
Me impresionó cómo muchas personas de Jumilla se acercaban al alcalde Yagüe y le daban el pésame como si fueran hijos de Jumilla los muertos y el alcalde de Adra escribía: “Todavía queda solidaridad en el mundo, ejemplo en Jumilla”. Adra prometió 150.000 pesetas, casi recaudadas me dijo el alcalde Francisco Dolz, ya en septiembre de 1981. Una hucha milagrosa de la jumillana Fina García Sánchez, aportó donativos anónimos de 51.165 pesetas. Con el siguiente alcalde Francisco Abellán, hubo otros momentos emocionantes de confraternidad entre las dos corporaciones municipales de feliz memorias.
Imposible citar tantos nombres de personas que de muchas maneras y comportamientos, presentaron también esa solidaridad. Habría que comenzar por José Antonio Avilés, Fernández Rodríguez y Peñas Fernández, certificando acuerdos de pleno etc. Pedro Martí Riquelme de la Guardia Civil, los mandos de Tráfico de Valencia y Murcia, el cabo de Cieza Álvaro Jerez, el cabo Medina (luego condecorado) guardia Pelluz de Tráfico, los médicos Bleda y Santos, Mariano Lozoya y Soler del Juzgado, los bomberos, empleados y obreros municipales, encargados del cementerio municipal y el gestor número uno José Yagüe Ortuño, se mereció tiempo adelante ser considerado Hijo Predilecto de Jumilla. Pero claro la lista sería interminable.
Del telegrama del alcalde de Adra: “En nombre de mi pueblo y mío propio el reconocimiento por el ejemplar comportamiento de esa entrañable ciudad de Jumilla y singular solidaridad. Con nuestro agradecimiento infinito. Un fuerte abrazo del alcalde Pedro Sarmiento”.
Entre corresponsales de prensa y escritores citaríamos a María del Carmen Cañete Vera y a Esperanza Pérez Bernabeu, por su seguimiento lúcido durante años, de la tragedia.