Los seleccionados probaron seis vinos muy variados sensorialmente

Por Carolina Chaya, de la Escuela de Ingeniería Agronómica

Para ello, los investigadores seleccionaron un total de 208 personas, hombres y mujeres, de diferentes rangos de edad. A todos ellos, les dieron a probar seis vinos muy variados sensorialmente (dos blancos, uno rosado y tres tintos) y se les pidió que evaluaran cuánto les gustaba cada una de las muestras, así como las emociones que les generaba.  “Las mujeres, presentaban una respuesta emocional menor que los hombres en los distintos vinos, pero era más discriminante entre las muestras”, explica la investigadora.

También en el plano emocional, sin embargo, los hombres daban mayores puntuaciones, algo que también sucedía con adultos de más edad (tanto hombres como mujeres), concluye Carolina Chaya. Es decir, mientras que los jóvenes discriminan emocionalmente entre vinos, los adultos de más de 55 años, aun dando una buena valoración a todos ellos, son más lineales en su respuesta.

“Dentro del conjunto de vinos evaluados, los aromas frutales y florales provocaron emociones más positivas. Por el contrario, los aromas de regaliz, clavo y vainilla se vincularon a emociones más negativas”, comenta Chaya.

“Las conclusiones de nuestro trabajo se tienen que valorar respecto al conjunto de vinos estudiados. Sin embargo, no cabe duda de su importancia de cara a establecer qué características pueden contribuir en mayor medida a la respuesta emocional que sugiere cada tipo de vino y al desarrollo de nuevos productos vitivinícolas en función del tipo de público al que van dirigidos”, concluye la investigadora.