Pascual David Muñoz Álamo
Los años transcurren como papeles mojados que se sueltan de una libreta de anillas, sin dificultad se marchan, en nuestra presencia sin que nada podamos hacer.
Durante la Navidad se producen sensaciones que tienden a verse contrapuestas, en un lado observamos una felicidad inmensa en el rostro de los peques y en el otro extremo tenemos los recuerdos, que se reavivan a flor de piel cuando la ausencia de uno de los nuestros es circunstancia.
La circunstancia o particularidad se define en el modo o lugar donde los que deben estar no pueden hacerlo.
La Navidad se relaciona con la niñez, con aquellos recuerdos que brotaban de una chimenea o simplemente cuando tu mirada se perdía mirando el árbol que tus padres habían colocado en el maravilloso salón que tenía tu hogar.
La Navidad tiene idiomas, habla de sentimientos, habla de ausencias, habla de vida. Desgranando la palabra – NA VI DAD – extraemos la palabra vida, cargada de fuerza, de fortalezas, de ilusiones; no dejemos de ver que la palabra deriva del latín y habla de nacimiento, convirtiéndose en una de las principales fiestas cristianas, con la llegada de Jesucristo a nuestro mundo.
Otra cosa es lo que sienten las personas que alcanzan una edad, adultos o mayores donde la balanza de vida hace aparición y te pones a realizar un análisis de lo logrado y perdido a lo largo de los años.
Las nuevas generaciones han perdido un poquito la medida o el protagonismo al sentimiento religioso y lo que celebramos en estos días, pero mientras exista una mesa y unas sillas y personas para sentarse, ese amor perdurara por siempre en estas fiestas entrañables.
Puede suceder que tengas por otro lado una depresión blanca o blues de Navidad. Se le llama a aquella situación en la que sufres un bajón anímico, el recuerdo de un ser querido que ya no está, la fiebre consumista de no llegar a lo que deseas, la soledad de uno, el frío que te produce refugiarte en tu domicilio o que la Navidad pasará como todas las estaciones del año, brillante pero no penetrante.
Deseo otorgarte un remedio para aplicar si lo consideras o lo necesitas, se trata de una regla de las “3S” SAL, SUEÑA y SIENTE. Para ello camina por tu ciudad mientras respiras, sientes y sueñas despierto.
La elección está en tus manos, cualquiera es una opción acertada, digna, respetuosa, justa.