Odontólogo Colegiado nº 797
Los implantes dentales son sin duda el mayor logro de la Odontología de finales del siglo XX. Pero hay que respetar unos principios básicos para que las cosas vayan bien y no aparezcan sorpresas.
Debes asesorarte bien con tu dentista para saber de qué se trata exactamente y no dejarte llevar por la publicidad engañosa o las modas de la sociedad de consumo. Tu dentista, tiene que hacer un diagnóstico completo de tu boca. Hacerte unas preguntas sobre tu historia clínica e incluso “valorar” tu psicología (si pudiera), para saber si eres o no, un candidato adecuado para implantes.
Siempre que tengas cantidad y calidad de hueso suficiente y tu estado de salud general sea bueno, está indicada la colocación de implantes.
La boca perfecta para la cirugía de implantes no es lo habitual. Lo típico es encontrar obstáculos que dificulten su aplicación o muros casi infranqueables.
Cuanto más difícil es el obstáculo, más riesgos. Los muros infranqueables, “casi no existen” para algunos cirujanos expertos, que son capaces de sacarte el hueso de tu mentón, cadera, rodilla, para ponerlo en tu boca, aumentar la cantidad de hueso, y finalmente ponerte el implante. Pero los riesgos suben.
El diagnóstico del dentista, no es “mirarte” la boca con su espejo y su lámpara, y “echar un vistazo” para ver qué pieza dental te falta. No. El diagnóstico básico, es anotar en una historia clínica odontológica, toda la información sobre el estado de salud y conservación de toda la dentadura. Lo que incluye muchas cosas, además de si te duele o no te duele algo.
Esto sería el diagnóstico clínico y también aprovechar para “valorar” el psicológico. Tu actitud ante el dentista y tu colaboración, o no, para abrir la boca y facilitarle la tarea. Te aseguro que eso, habla mucho de ti, y el dentista avezado, lo notará al instante.
Es fundamental el diagnóstico radiográfico. Radiografías periapicales, esas pequeñitas. Radiografía panorámica (Ortopantomografía). Y muchas veces un T.A.C. (Tomografía axial computarizada), que cada vez se usa más.
Y unos moldes de tu boca (impresiones) para que el dentista tenga tu boca, en sus manos.
La cosecha de datos, información, y medios diagnósticos sirven para tomar decisiones y plantear un plan de tratamiento.
Tu dentista debe luego informarte de lo que ha encontrado, y de los posibles obstáculos. Debe explicarte cómo tiene planeado salvar esos inconvenientes, qué intervenciones o medidas complementarias deberán tomarse, y cuáles son las alternativas.
Debe explicarte cuáles son los riesgos y cómo sería el postoperatorio y los cuidados a tener en cuenta. Debe informarte, que, aún en el mejor de los casos, los implantes tienen un porcentaje de “no éxito” de un 5% a un 10% en el peor de los casos, lo cual obliga a retirarlo/s y volver a colocar uno nuevo más adelante.
Los problemas pueden aparecer durante la cirugía o después de la cirugía, en las primeras semanas. O cuando se van a poner los dientes, a los 3 o 6 meses. O después de unos cuantos meses de estar todo terminado (hasta más de un año).
Para evitar malos entendidos, existe el consentimiento informado, en el cual debe figurar todas las posibles situaciones que se pueden presentar y que son características de una cirugía bucal. Además las propias de la cirugía implantológica. Cuáles son los riesgos propios de este tratamiento. Y los tratamientos complementarios que pueden resultar necesarios.