En clave de sol by gustavo López

Hablar de Jumilla es hablar de una tierra que combina tradición, paisaje y carácter. Sin embargo, también es hablar de un municipio que parece debatirse entre dos caminos: seguir viviendo de un prestigio heredado (el vino, el patrimonio o la identidad rural), o reinventarse de una vez para afrontar los desafíos de un siglo que avanza más rápido que nosotros.
Porque Jumilla tiene potencial, pero si no se trabaja, acaba siendo solo una palabra que repetimos para consolarnos. De hecho, nadie duda de que el vino de Jumilla es uno de sus embajadores más potentes. La denominación de origen es reconocida dentro y fuera de España, los vinos ganan premios internacionales, y cada vez más visitantes llegan atraídos por la gastronomía y el enoturismo. Sin embargo, ¿hemos sabido aprovechar realmente este motor?


La realidad es que seguimos teniendo un enoturismo fragmentado, algunas infraestructuras que no están a la altura y una promoción turística que depende, demasiadas veces, de esfuerzos individuales. Jumilla podría ser un referente nacional, pero sigue siendo ‘una joya escondida’ y no podemos seguir conformándonos con eso.
Y este es el debate que muchos evitan, pero que tarde o temprano se debe afrontar y definir si queremos un municipio que viva del vino, de la agricultura y de las empresas agroalimentarias, o queremos atraer turismo, para lo que necesitamos un plan serio que evite que sea estacional o improvisado. Al mismo tiempo tenemos que preguntarnos y respondernos si queremos crecer, o preferimos mantenernos igual que estamos, ya que aquí reside una de las grandes paradojas de Jumilla, donde muchos se quejan de que no se avanza, y al mismo tiempo muestran su rechazo a las nuevas propuestas.
Jumilla es un municipio con alma, pero también con contradicciones. Tiene recursos que muchos envidian, pero no termina de dar el salto. Pero eso sí, la buena noticia es que todavía se está a tiempo. Lo que hace falta no es que vengan grandes empresas o proyectos milagro. Lo que necesitamos es que vecinos, bodegas, asociaciones y administraciones respondan a una pregunta simple pero incómoda: ¿Queremos una Jumilla que lidere, o una Jumilla que se conforme?