En clave de sol by Gustavo López

Cuando hace unos pocos días escuché el anuncio de que España iba a reconocer el Estado de Palestina, he de admitir que hasta me asusté, sobre todo cuando anunciaban incluso represalias, donde sin poder evitarlo, me vinieron a la cabeza otras ‘represalias’ que España ya había sufrido antes.
Sin embargo, entrando de lleno en el tema y evitando quedarse en los dimes y diretes de unos políticos y otros, me sorprendí doblemente, al comprobar que junto a España, Irlanda y Noruega eran los últimos en aprobar este simbólico gesto de reconocer el Estado Palestino, uniéndose de esta forma a la inmensa mayoría de los miembros de la ONU (142 sobre 193) que ya han dado ese paso.
Entre los estados de la Unión Europea, Bulgaria, Chipre, Eslovaquia, Hungría, Malta, Polonia, República Checa, Rumanía y Suecia ya han reconocido a Palestina como un estado independiente. Tan solo falta la parte más central del viejo continente, donde se encuentran Francia o Italia, estando todavía sin dar este paso el todopoderoso Estados Unidos.


La polarización en torno al longevo conflicto entre Israel y Palestina, cuyo inicio coincide con su proclamación como Estado en 1948, se aprecia en la división que hay tanto en la comunidad internacional, como en la opinión pública en todo el mundo. Muestra de ello son, de un lado, las protestas estudiantiles a favor de Palestina que se han extendido desde la Universidad de Columbia, en Nueva York, a varios países, entre ellos España, exigiendo el fin de las hostilidades; así como el apoyo de otros Estados a Israel.
En 1991, ideada por España y auspiciada por USA y la URSS, se celebró la Conferencia de Paz de Madrid como un intento por parte de la comunidad internacional de empezar un proceso de paz entre Israel y la Organización para la Liberación de Palestina, Siria, Líbano y Jordania. Duró tres días y contó con los principales líderes de todas las partes implicadas, para establecer las bases, condiciones y calendario para las futuras negociaciones, e inauguró el principio de la llamada paz por territorios.
Pero hoy, 33 años después, la paz en la zona sigue siendo una utopía y quizá sea más necesaria que nunca la unión de Estados y el reconocimiento unánime de Palestina, y sobre todo reconocer la masacre que se está haciendo, sin respetar norma alguna, ni siquiera humanitarias ni éticas.