Ana Tomás Herrero
Han sido estos días, meses, tan amargos, tan llenos de terrible temor, de angustia, miedo, dolor, incertidumbre que acecha sin respiro, que hasta han logrado evanescer los sones de aplausos de los atardeceres, que decían gracias, adelante que hablaban de fe, de confianza en el amor y ayuda del Padre Dios.
Pero no, una fuerza celestial oculta aparecía, como nube de paz transparente, coronada de estrellas, asentada en la luna partida, anunciada en la voz del Arcángel.
Era ELLA, MARÍA de la ASUNCIÓN nuestra madre del Cielo.
Por su camino de luz discurría el rezo tenaz de letanías: esperanza de JUMILLA, signo de consuelo, reina de la familia, vestida de sol, prodigio de Amor, signo de promesa cumplida, Señora del silencio, para finalizar porque el espacio obliga: “… María Madre de Dios, Madre y Señora nuestra” (Cardenal Fray Carlos Amigo).
No se tienen fiestas patronales de estruendo, de apiñado abrazo, de revoloteo de palomas y niños ángeles.
Bueno, es este tiempo. Hay que admitirlo.
Pero, no estamos abatidos, tristes, desalentados, tus hijos siguen caminando guiados y acompañados por las benditas manos de sus madres terrenas, rodeando tu camarín.
Eres nuestra PATRONA, circundada por ensortijados zarcillos, esmeraldas de pámpanos, de racimos de olorosa monastrell cuya fragancia abraza progreso y vida de esta tierra.
Acudes a bendecir los trabajos, afanes, esperanzas y sueños de tus hijos que te celebran como bendita VENDIMADORA MAYOR.
Se acercan en un agosto de mostos viejos, abiertas las manos jóvenes, ávidas de trabajo, ayuda, cariño, ojos sonrientes y voces que alzarán la oración pidiendo la alba lluvia de jazmines-bendiciones que tu corona derrama. En aclamación unánime diciendo: ¡¡GRACIAS!! porque saben que: “JUMILLA tiene un corazón de MADRE en el Cielo” (Rvdo. Silvestre del Amor García).
Una sencilla meditación sobre esta palabra MADRE capitaliza lo íntimo y confesional del escrito.
Así, copiamos la palabra abierta y emocional de la intensa vivencia humana y cristiana del sacerdote. Martín Descalzo.
“Te doy gracias MARÍA por haber sido mujer como mi madre”.
GRACIAS porque te atreviste a tomar la vida con las dos manos. GRACIAS porque entendiste la maternidad como un servicio a la vida.
Se han hecho presente los recuerdos. Madre que escucha la palabra de dolor, de gozo, de búsqueda y logro de la humilde, escondida, pequeña paz-felicidad del hijo y se alegra; atiende, sonríe dulcemente desde su corazón que solo alberga y seguirá floreciendo en el amor al “estar” y al “aquí”. Madre que no hiere con los acontecimientos duros por los que discurrió y celó lo que dañaba, producía angustia, inclinaba al fracaso. Que su saber (tal vez no de libros) su fortaleza en el sufrimiento y prudencia fueron pilares angulares para el oficio de vivir.
“Gracias, Madre de la ASUNCIÓN por no haber reclamado nunca con palabras vacías tu derecho de mujer en la iglesia… la que más se ha parecido a tu Hijo.”
Y he aquí que ha surgido el milagro. La feliz conjunción de: “Vigilia a la Virgen en la ermita de San Agustín conla colaboración de la Adoración Nocturna de Jumilla”. Qué privilegio se nos ha dado. Adoración Nocturna, guardar silencio y adorar.
Viene de años ha. Hermann Cohen el violinista judío converso. Busca la adoración de Jesús en la noche (1848). Siguen otros nombres. En 1893 ya está en España, miles de adoradores pertenecen a ella.
Ya entre nosotros. Allega el siervo de Dios JUAN PACO BAEZA Sacerdote en Jesucristo. Obedece a su Prelado (25 de mayo 1939). El Salvador será su Parroquia. Acepta la nueva encomienda. Con alegría con donación de sí total a la Iglesia vive y sabe que ella “es Jesucristo difundido y comunicado” (Obispo Bossuet).
Rigurosa austeridad y pobreza de vida, su ideal, preocupación, su herencia serán los pobres, encendido amor a la Eucaristía, nunca dejó su oración prolongada a los pies del Sagrario, allí moraba el Sacramento de la Pascua de Cristo. Funda la Adoración Nocturna (1940) con sus vigilias ordinarias y extraordinarias, de reglamento: Jueves Santo, CORPUS, Día de los difuntos, Año Nuevo y Bendición de las Espigas.
El Hombre que ora buscando, “en la noche te busco” la caricia de Jesús sobre su caminar sintiendo en sus cabellos de la tierra un reguero de paz, de cielo, de perdón y misericordia. Las horas se deslizan desde el reloj que va despertando en corazón y mente, el amor, el respeto, la muda confesión que pide fortaleza para seguir; la serenidad y calma recibidas. Un silencio sonoro se eleva y multiplica por crucero y arcos. “Cantemos al Amor de los Amores” saben, sienten, que “Dios está aquí”. Con todos.
Las lágrimas son sustituidas por la dulzura, el miedo por la ilusión amiga, el apoyo: “Venid a mí los cansados y agobiados”. Mt. 11, 25-30
La plegaria del adorador alumbra el Sagrario hasta que el alba asoma.
Más tarde, en días especiales. CORPUS procesión.
La custodia de cristal y oro será acompañada por pasos de hierbabuena, descansará en altares sencillos y humildes de nuestras calles, guarda en su interior y muestra como “un pétalo blanco de virginal harina, el limpio corazón del SACRAMENTO” (P.G.B)
“Venid, adoremos a nuestro CRISTO REDENTOR”. (himno)
Una nota, de pájaros libres, musical, lleva el viento que se une al rumor de las campanas, Santiago, El Salvador, S. Juan, dominicos, franciscanos.
¡¡Gloria a Dios del AMOR!!
Y una oración final:
“Día del Corpus. Mis dos misas y homilías: tema, el colmo de las maravillas del amor de Dios en la Institución de la Eucaristía y el Sacerdocio a que corresponderá nuestra fe con un sí a la palabra eterna y con otro sí a la voluntad manifiesta en la comunión frecuente, en la visita al Sagrario y en la reverencia al Sacramento.” (J. P. Baeza. Asilo 19 de junio de 1970).
AMÉN
Ana Tomás Herrero