Siempre lo hemos dicho, defendido y demostrado: La salud es lo primero. Pero no nos podemos permitir perder de vista la catastrófica situación a la que se están viendo abocados un gran número de empresarios, en su mayoría pequeños, autónomos o sociedades familiares, que están asistiendo atónitos al desvanecimiento de sus negocios entre sus propias manos sin poder hacer nada, sucediéndoles lo peor que le puede pasar a un empresario, que es que no le dejen trabajar. Porque un negocio, cuando se monta, se hace consciente de que puede ir bien, mal o regular, pero si no te dejan ni siquiera subir la persiana, o te ponen mil y un obstáculo en el camino teniendo encima que seguir haciendo frente a los impuestos, alquileres, hipotecas y demás compromisos dinerarios, pues la cosa no es que se ponga cuesta arriba, sino cuesta abajo y sin frenos en dirección al desastre más total nunca imaginado y en tan solo unos pocos meses.
Los baristas jumillanos se han unido estos días colocando en las fachadas de sus locales el cartel “Se traspasa la hostelería de Jumilla”, una campaña que pone sobre la mesa la delicada situación por la que pasan todos por culpa de las decisiones que se toman abriendo solo un ojo, y por lo tanto, sin ofrecer solución alguna a todos aquellos a los que dejan en la estacada.
Desde aquí, nuestro apoyo a los hosteleros jumillanos, a sus familias y trabajadores, y protestar porque una cosa es dictar medidas efectivas para atajar la pandemia y otra muy diferente es dejarlo todo hecho un solar. Habrá que buscar siempre el equilibrio en la balanza porque de lo contrario seremos capaces de doblegar la curva del Covid-19 y dejar las economías en encefalograma plano.