En clave de sol by Gustavo López

La noche electoral de hace cuatro años, resulto totalmente diferente a la vivida el pasado domingo. Yo hice exactamente lo mismo, pero lo que fuimos contando en directo a través de Siete Días Radio y de nuestros medios digitales se situó justamente en el lado opuesto. De esta manera, cuando en 2019 llegamos a la sede del PP, había caras largas, tristeza y cierta decepción conforme se confirmaba la mayoría absoluta del PSOE. En cambio, en esta ocasión, la alegría se salía por las ventanas. Había escándalo, nervios y alegría al verse como la opción más votada y por lo tanto, ganadores de las elecciones municipales 12 años después de la mayoría de 12 concejales que logró el último alcalde popular, Enrique Jiménez Sánchez.
En la sede del PSOE, en las penúltimas elecciones, la noche electoral fue todo un desborde, al lograr una victoria así 24 años después. Pero ahora los llantos, la desilusión y la sorpresa se apoderaron de todos. Grandes, pequeños, históricos y nuevos no daban crédito, pero las urnas hablaron y decidieron.


Igualmente, Izquierda Unida perdió su representación totalmente en el Ayuntamiento de Jumilla hace cuatro años al no lograr el mínimo del 5% de votos exigidos y se pueden imaginar cómo se quedó el parque ante semejante jarro de agua fría. Ahora han recuperado su escaño al presentarse junto a Podemos y lógicamente, las caras eran otras.
Vox hace cuatro años tampoco consiguió su entrada en la corporación y ahora, aunque las pretensiones eran otras, lo hará con un concejal que se mostrará como decisivo al sumar las derechas pasando del llanto a la alegría.
Por último, el único minoritario que tuvo representación en 2019, Ciudadanos, es ahora el único que queda fuera y que queda sumido cuanto menos en la reflexión, ya que en la Región de Murcia solo ha logrado un concejal, ningún diputado regional, y ahora para las generales del 23 de julio se plantean concurrir o no.
Hablaba hace unos días con un buen amigo que, para los medios de comunicación, los cambios políticos no son buenos, y yo siempre he defendido que en 20 años que me quedan para jubilarme, seguro que habrá alcaldes y alcaldesas de todos los colores. Además, en la noche electoral, otro buen amigo me decía que todos los cambios son buenos. Así que ahora, a trabajar como siempre y con normalidad, vamos, exactamente igual que lo venimos haciendo ya 23 años años, ni más, ni menos.