La nueva socialdemocracia, PODEMOS.  CIUDADANOS, la nueva Regeneración de la Derecha Española.

 

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Las elecciones del «cambio» apenas han proporcionado sobresaltos

Pese a los cinco millones de votos y 83 escaños perdidos por el viejo bipartidismo, de nuevo el PP ha resultado ganador, mientras consolida sus primeros pasos el “nuevo” bipartidismo formado por los respectivos bloques PP-Ciudadanos y PSOE-Podemos.

En efecto, la espectacular irrupción de los partidos «emergentes» (con más de 8,5 millones de votos) no oculta el hecho principal: Que, como la mayor parte de los candidatos y de los publicistas a sueldo han destacado, lo que se está produciendo no es sino la «segunda transición» (“que todo cambie para que todo siga igual”) que hemos denunciado en tantas ocasiones desde que empezara a vislumbrarse con la eclosión electoral del “ciudadanismo”.

Todos los líderes de este bipartidismo a cuatro voces han coincidido en sus llamamientos al diálogo y al «tender la mano». A lo más que han llegado los «emergentes» ha sido a exigir «cambios constitucionales» como requisito previo a la investidura del nuevo presidente del Gobierno (Iglesias), o a negarse a votar por Rajoy o Sánchez (Rivera).

Como consecuencia de este diagnóstico ninguno de ellos propone acabar con el capitalismo, sino reformarlo para que sea más llevadero, nivelando la distribución de riquezas con medidas legales una vez ellos lleguen a gobernar, sin arrebatar el poder a la oligarquía que monopoliza la amplia mayoría de las riquezas y el control político efectivo del Estado.

La realidad cuotidiana que ni PP, ni PSOE, ni PODEMOS, ni Cs y ni IU, van a solucionar ni pueden, porque se trata de lucha de clases a la que ellos han renunciado en nombre de una difusa y desclasada ciudadanía. Ninguna democracia emanada del sistema capitalista pondrá fin a estas tropelías, que constituyen el sostén del régimen ¿Qué otra forma tiene el capitalista para mantener su poder, para enriquecerse, si no es sobre el abuso, el atropello y la explotación de los trabajadores?

Podemos quiere liderar una segunda transición formal que cambie la fachada del régimen con la irrupción de rostros jóvenes que sustituyan a los viejos próceres del régimen. Nada más, y su discurso contra la casta no le viene nada mal al sistema, de esta manera la lucha de clases se atenúa a satisfacción del poder hegemónico. Su programa económico, con loas y guiños calculados al capitalismo, obedece a esa táctica descrita: ilusionar a la clase trabajadora con bellas palabras sin ideología ni nuevo modelo de Estado como referente para desactivar posibles virus que vayan más allá en sus propuestas políticas.

Las ideas de «Podemos» son antiguallas de buen ver vestidas a la moda actual, o sea, socialdemocracia pactista de efectos sedantes.

Los idealistas pequeñoburgueses de «Podemos» y los socialdemócratas sueñan con el imposible retorno al pasado, a un capitalismo menos desarrollado, donde no existan los monopolios ni el poder del capital financiero que los agobie y los amenace constantemente con la ruina. Su desconocimiento de la ciencia económica les impide ver que su futuro como clase, históricamente es desaparecer e incorporarse a las filas de la clase obrera, cosa por la que sienten un miedo atroz. Pero el desarrollo social es implacable, y ellos se agarran de una manera idealista y desesperada a un clavo ardiendo.

El relato neoliberal se está agotando porque ya ha privatizado la inmensa mayoría de los servicios del sector público al tiempo que ha dejado en mantillas y a la intemperie el contrato social de derechos mínimos de la clase trabajadora. Sus objetivos están casi cumplidos en la práctica.

Lo cierto es que las fuerzas del capital han conseguido desactivar la lucha obrera más generalizada, y, con la colaboración de las fuerzas oportunistas, ocultar la gran diversidad de luchas obreras que se siguen dando en muchos lugares. Esas fuerzas oportunistas juegan un precioso papel para esos fines de la burguesía, para darle continuidad a la explotación en un escenario de mayor paz social.

La clase obrera sigue en una situación extrema. Paro, sobreexplotación, subempleo y microsalarios, determinan su existencia. Una situación marcada, además, por una agudización del terrorismo patronal en los centros de trabajo, al amparo de esa colaboración de las fuerzas oportunistas en el mantenimiento de la paz social, y con un uso intensivo de las herramientas que pusieron en sus manos las contrarreformas laborales más recientes.

No creo que nadie pueda tener la ingenuidad de pensar que en la Europa de los monopolios es posible la realización de políticas  y no cabe incluso el programa de la socialdemocracia que no se ajusten al dictado de estas grandes corporaciones económicas. Ejemplo el gobierno populista de SYRIZA

Yo creo que lo de Syriza ha sido un engaño puro y duro. Ellos tienen una alta responsabilidad política por haber engañado al pueblo griego con sus promesas mentirosas que, además, buscaban socavar electoralmente los resultados del KKE (Partido Comunista griego) de una forma consciente.

Es la misma situación que se da en España, donde los proyectos políticos de PODEMOS e IU, prometen suavizar el capitalismo, y juegan un papel activo -favorable a las clases dominantes- en la negación de la vía de un proceso revolucionario de toma del poder por parte de la clase obrera para construir el socialismo.

En esa trayectoria reaccionaria, la derecha y los poderes fácticos financieros han contado con el aval más o menos crítico y expreso de la denominada izquierda socialdemócrata. Los sindicatos mayoritarios han hecho lo que han podido en esta deriva.

Desde 2008, cuando la crisis alcanzó a Occidente, el sistema capitalista sabe que debía ir adecuando el discurso a nuevas formas estilísticas para que no crecieran alternativas de izquierda reales en el mundo rico.

¡Había que renovar, pues, las caras y los modos!

En realidad, tanto Podemos como C´s han sido bendecidos por la gran empresa y las organizaciones internacionales capitalistas además de financiados por la cadena mediática de turno y  por la gran propaganda para hacerlos aparecer como partidos del «cambio» (como sucedió con el PSOE en los inicios de la transición, estrategia exitosa para que los españoles se tragaran definitivamente la falacia de que el franquismo realmente había terminado). Hoy el objetivo es que el cabreo generalizado no derive en una acción organizada y peligrosa para el sistema, para la clase política y empresarial que sigue haciendo y deshaciendo en nuestro país desde hace 80 años.

Así que, mucho ladrar y poco morder, es el resultado de los nuevos perros de presa del sistema que han irrumpido, llevándose por delante a otras opciones más incómodas, como los nacionalismos, en especial los de «izquierdas», o a los restos moribundos del revisionismo comunista, pero si traer, a pesar de toda la propaganda invertida por las grandes empresas del Ibex 35 y sus grupos mediáticos para que así lo pareciera, nada nuevo: el bipartidismo, es decir, la ideología única con dos marcas, no ha muerto, sino que ha multiplicado sus anzuelos.

Resulta evidente y expreso que Podemos viene a oxigenar el espacio desgastado de la socialdemocracia clásica adaptado a los requerimientos actuales del siglo XXI. Estamos, probablemente, ante un PSOE no valido para el sistema

El capitalismo español necesita una izquierda dócil y maleable, de discurso radical y hondo pragmatismo político que modere y encauce las ideas más avanzadas de la clase trabajadora o de lo que aún queda de ella, que en principio es muy poco, dado que los sindicatos ya no movilizan ni representan a la gran mayoría de sus miembros al encontrarse situados en los márgenes del Estado social. Mediante contratos temporales y salarios a la baja lo que se produce es una competencia feroz entre trabajadores y trabajadoras en precario por acceder a empleos sin derechos de segunda categoría para salvar el día a día como sea menester. Tener trabajo, ver, oír y callar es la meta máxima de un hombre y una mujer que vivan a expensas de la precariedad absoluta.

Las sucesivas contrarreformas laborales han sido terribles para la clase obrera. Las condiciones del empleo han sufrido un altísimo deterioro en España. Se ha producido un alto incremento de la productividad en el trabajo, al tiempo que se ha producido una bajada brutal del precio de la fuerza de trabajo, especialmente de aquella que cobra salarios más reducidos. Y eso va a seguir así hasta que la clase obrera se organice para revertir la situación

Podemos no emerge de la lucha social ni tiene raíces en el movimiento obrero. Ha hecho suyos con inteligencia y descaro el malestar social sin mover un solo dedo en la lucha colectiva, creando un relato atractivo y aprovechando los resquicios mediáticos subvencionados por el sistema y los medios de comunicación. Sus análisis son excelentes desde el punto de vista sociológico, pero no ofrecen perspectivas de cambio radical más allá de la retórica izquierdista anclada en soluciones parciales consabidas.

Usan las palabras grandes sin disparar al corazón del sistema capitalista. ¿Cuál es su modelo de sociedad y qué actores sociales protagonizarán su proyecto? ¿La clase media? A ese grupo heterogéneo parecen que van dirigidos sus discursos, si bien aún desconocemos qué es ese engendro o concepto académico acuñado por el capitalismo desarrollista durante el siglo XX. ¿Ya no existe como tal la clase trabajadora?.

  Por muchas razones, Podemos es el eje del nuevo impulso capitalista en España. Su rápido crecimiento desde la nada absoluta resulta altamente sospechoso. ¿Cómo creerse a pies juntillas que una alternativa de la izquierda real pueda conformarse de la noche a la mañana como opción de poder y el sistema lo acepte sin despeinarse? ¿Desde cuando las élites han entregado el poder democrática mente?

Todos los ojos miran a Podemos. Lo joven no reside en la edad sino en las ideas. Y, al parecer, las ideas de Podemos son antiguallas de buen ver vestidas a la moda actual, o sea, socialdemocracia pactista de efectos sedantes para la clase trabajadora, un placebo, en definitiva,  colorista y ruidoso para continuar en la explotación capitalista unos años más. Al menos, hasta la próxima crisis.

Los marxistas analizamos la realidad y fruto de ese análisis surge la necesidad de poner en primer plano lo público, de olvidarnos de los intereses particulares de cada cual. Y, para que se acabe, de una vez por todas, esta época en la que cada uno va a lo suyo, hacen falta sujetos de la revolución, porque la situación no va a cambiar sola, sin más; al contrario, se necesita disciplina, hace falta sacrificar el tiempo y los caprichos para llevarla a cabo; y no por ello, los revolucionarios y las revolucionarias van a dejar de amar, de soñar, de llorar o de teme.

Hay que resaltar que los medios de comunicación no utilizan el término clase obrera, sino que se limitan a citar a la ciudadanía, con la intención de confundir y de que se vaya perdiendo la conciencia de clase. Sin embargo, la clase obrera es una realidad independiente de que le guste o no a la oligarquía que controla esos medios, porque aquí está y sigue existiendo. La clase obrera es la vanguardia de la lucha contra el capitalismo, porque es la que mejor puede organizarse reclamando sus derechos en los centros de trabajo.

Los capitalistas españoles necesitan, de forma apremiante, impedir la toma de conciencia revolucionaria por parte del proletariado. A mitad del siglo pasado las clases dominantes europeas recurrieron al fascismo, y encontraron en Hitler un artífice útil para la defensa de sus intereses parasitarios, utilizando toda la violencia necesaria. Hoy, esa misma estrategia, toma forma de una alianza entre la oligarquía y la pequeña burguesía para, en común, impedir que el proletariado aproveche el actual momento político dando un salto cualitativo en sus capacidades de lucha en el camino de su emancipación.

Hay que dar un combate claro y directo frente a las fuerzas oportunistas y sus estrategias de colaboración de clases. Vivimos en la etapa de transición del capitalismo al socialismo, y luchamos con el programa político y las alianzas que se corresponden a esa etapa de lucha revolucionaria. La clase obrera debe elegir el camino del socialismo por su dignidad.

COMBATIENDO A LA NUEVA Y LA VIEJA SOCIALDEMOCRACIA.

Hay que insistir en la unidad de la clase obrera, organizada a través del Partido Comunista.

 

FDO.: José Antonio militante del PCPE