El fenómeno de Pokémon Go no conoce de fronteras y ya se ha metido de lleno en cada uno de nuestros hogares. Y llega para quedarse. Es sumamente complicado andar cien metros sin encontrarse a un grupo de chavales con las miradas fijas en sus pantallas, en plena búsqueda de estos codiciados bichos virtuales. La aplicación de Pokémon Go ha batido todos los récords de descargas y lleva camino de marcar un hito en la historia de los videojuegos y de la telefonía móvil.
Parece que el ansia por completar tu colección (son 150 pokémon) es un impulso irracional. Cada día nos llegan desde los distintos medios de comunicación decenas de escenas curiosas, por esperpénticas, que genera Pokémon Go. Accidentes de tráfico, robos de móviles, masificaciones de gente en puntos estratégicos. Sin ir más lejos, un conductor de autobús luchando por sus capturas en plena ruta, sometiendo a los usuarios a un riesgo evidente. También esta semana la ciudad de Sidney padeció las consecuencias, cuando decenas de jugadores se concentraron en una carretera a las afueras de la ciudad para capturar a uno de los monstruos de Nintendo, o el caso del estadounidense que chocó en Baltimore contra un coche de policía mientras estaba estacionado, o la chica de Wyoming que, según la agencia de noticias County 10, dio con un cadáver que llevaba en el río menos de 24 horas.
Tanto es el revuelo, la expectación, y los escenarios caóticos que se ven en cada rincón del mundo, que la Policía Nacional ya tiene publicadas una serie de pautas a cumplir por la ciudadanía para garantizar la seguridad de los usuarios de tan innovador videojuego. Consejos como “si ves un codicioado Snorlax o Vaporeon, no te guíes solo por la emoción, tu seguridad es lo primero”. Y es que es difícil resisitirse a cruzar la calle a toda velocidad, o a estamparte con un muro, cuando una de estas rarezas aparece en tu radar.