En clave de sol By Gustavo López

La pasada semana se presentaba la campaña que, desde el departamento de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Jumilla, se ha preparado para lograr algo tan sencillo como que no llenemos de porquería donde vivimos. Y es que, esto que es muy lógico, en este caso, y por desgracia, no es lo que impera y a pesar de que no se trata de la primera campaña de concienciación que se realiza y de que se han lanzado mensajes de todo tipo por activa y por pasiva, al final, la falta de civismo prevalece y se siguen dejando colchones junto a los contenedores de basura, se arrojan escombros de obras en solares y descampados, se abandonan muebles viejos donde nos parece o sacamos la basura sin hacer caso a las indicaciones de horarios o días.


Cuando vamos a otra casa o ciudad, es inevitable que nos fijemos en que todo esté limpio y ordenado, de lo contrario, no dudaremos en pensar: “Menuda casa de cerdos” o “Qué guarros son los…” Pues bien, de la misma manera pensarán de nosotros aquellos que nos visitan o que no nos conocen y que los únicos datos que tienen sobre nosotros son lo que ven.
Una imagen dicen que vale más que mil palabras y ver colchones por la calle, muebles viejos por las esquinas o contenedores con torres inmensas de despojos, no es nunca la mejor imagen, es siempre la peor, y es la que nos empeñamos en ofrecer a los demás.
Hemos escuchado muchas veces que no es más limpio el que más limpia, sino el que menos ensucia, y en este sentido, el Ayuntamiento es el responsable de mantener limpias las calles, pero no es el culpable de que estén sucias, eso es cosa exclusivamente de los que vivimos aquí.
Porque que Jumilla sea una ciudad limpia, es lo nuestro, y para ello, tirar la basura dentro del contenedor y a su hora, es lo suyo. O usar las papeleras para no ensuciar las calles también es lo suyo. Y llevar los residuos del hogar a Ecoparque, es igualmente lo suyo. Además, no dejar enseres en la calle y llamar al servicio de recogida, es lo suyo.
De las cacas de los perros ya hablaremos otro día, así como de acabarse un cigarrillo y tirar la colilla donde nos pille, o el papel de aluminio del bocadillo de los zagales, o las pipas, los gusanitos y los plásticos que campan a sus anchas.
Lo que no nos guste que nos hagan, no lo hagamos nosotros, y si en tu casa no te gusta estar rodeado de basura, tampoco me gusta estarlo a mí en el pueblo donde vivo.