En clave de sol by Gustavo López

Según su definición, se podría decir que soy un empresario, ya que regento una sociedad mercantil con trabajadores a mi cargo. Si embargo, yo personalmente, a riesgo incluso de equivocarme, me gusta considerarme trabajador, ya que pienso y defiendo que no hay que demonizar a los empresarios como muchas veces hacemos o quizá oímos sin decir nada al respecto ni lanzar defensa alguna. Porque con esto pasa igual que con las suegras, no todas son malas ni tienen cola, ni mucho menos, habrá de todo como en botica. Por ello, ayer que se conmemoró el Día del Trabajador, yo lo celebré por todo lo alto, compartido con mis compañeros, ya que de todos depende seguir aquí, que la empresa funcione bien, y que si Dios quiere, nos podamos jubilar todos en este trabajo que tanto nos gusta, que a veces tiene ratos de sufrimiento, pero que nos encanta, nos llena y donde los buenos momentos son una amplísima mayoría, sin duda.


El 1 de mayo de 1886, un grupo de obreros de Chicago se puso en huelga para reclamar la jornada laboral de ocho horas. Ahora, en el año 2024, los titulares sobre la jornada laboral de cuatro días ocupan las noticias. Todo cambia, y los avances y mejoras en materia laboral, no hay que verlos como si de bandos se tratara, ya que se trataría de una guerra civil, unos contra otros sin darse cuenta que todos vamos en el mismo barco.
Al hilo de esto que les digo, me gustaría parafrasear a Lucio Fernández, autor del libro “Egoísmo responsable”, donde se afirma y se defiende, que el ser humano es egoísta por naturaleza y, si conseguimos, focalizar este elemento hacia el bien común, podremos obtener unos resultados sorprendentes, llegando al ‘egoísmo colaborativo’, es decir, “Soy tan egoísta que quiero que le vaya muy bien a los demás para que me vaya muy bien a mí”. Porque no hacemos las cosas por los demás, sino para satisfacer nuestro ego personal que está siempre hambriento. La clave es entender que, si ayudamos a los demás, en algún momento, tendremos nuestra recompensa, haciendo cierta la frase “lo que siembres, recogerás”.
En todas las empresas del mundo, sean del nivel que sean y con la facturación que tengan, cada uno debe de ocupar su lugar, pero en definitiva, todos serán trabajadores.
Si en una empresa, si en nuestra vida, probáramos a diario a ser un egoísta colaborativo, otro gallo cantaría y los resultados serían siempre consecuencia de nuestros actos.