En clave de sol by Gustavo López

Considero que uno de los peores delitos que se pueden sufrir es el robo en tu vivienda, ya que el hecho de que unos extraños puedan entrar en tu casa, y tocar tus cosas, o sentarse en tu cama, remover la ropa de tus hijos, o lo que es peor, que se lleven objetos personales que forman parte de tu vida, de los tuyos, o cosas en las que además del valor económico, está sobre todo el sentimental, el que no tiene precio, aquel que no se puede, ni sustituir por otra cosa, ni volver a comprar. Porque te quitan un ordenador o una televisión, y se puede comprar otra, pero se llevan una joya que era de un familiar que ya no está entre nosotros, o algo que se ha conseguido con mucho esfuerzo, y sinceramente, te deja sin poder ofrecer explicaciones a muchas cosas.

Y sepan que lo digo con pleno conocimiento de causa, ya que no solo una vez, sino en dos ocasiones he sufrido en primera persona unos hechos que te hunden por la indefensión que te genera y por la sensación de debilidad en la que te deja.


La semana pasada saltó a la opinión pública los robos que habían sufrido en sus casas algunos paisanos nuestros. Como es lógico, este tipo de hechos generan de forma muy rápida comentarios que unos se pueden considerar más acertados, otros innecesarios, otros incluso perjudiciales, también están los demagógicos y por supuesto, los exagerados o los que quedan fuera de lugar.
Por eso, a pesar de la indignación y de la rabia en la que te sumen este tipo de cosas, el mejor consejo que se puede ofrecer en estos casos es que impere siempre la cordura y sobre todo el rigor. Que se huya, en la medida de lo posible, de los comentarios de corrillos, ya que solo cabe la confianza en los que tienen que actuar en estos casos, los que investigan, que son las fuerzas y cuerpos de seguridad, y la Justicia.

Porque podemos decir que ni la Policía Local ni la Guardia Civil hacen nada, y que los delincuentes entran por una puerta y salen por otra cuando los detienen, comentarios que son muy recurrentes, pero esto no siempre es así. Hay que dejar trabajar a los que tienen la obligación de hacerlo en estos casos, y ayudarles en todo, ya que la colaboración ciudadana es determinante en muchas ocasiones.
Porque no todos los casos se resuelven, por desgracia, en mi caso, ninguno de los dos, pero otros muchos sí que se esclarecen y esa debe de ser la esperanza, sin tomarse la justicia por nuestra mano, ni meternos en la función de otros, sino lógica, cordura y rigor, y evitar demagogias fáciles y a veces negativas.