En clave de sol By Gustavo López

Cuando fracasó la moción de censura que el PSOE y Ciudadanos presentaron en la Asamblea Regional de Murcia, el entonces secretario general socialista, Diego Conesa, llamó a «Estirar el chicle de la corrupción». Ese fue su mensaje, transmitido a la cúpula de su partido durante el comité regional posterior.
Tras perder la votación por el cambio de postura de los tránsfugas de Cs que decidieron bajarse del carro a última hora después de las sagaces negociaciones con el también entonces secretario general del PP nacional, Teodoro García, Conesa no se resignó a dejar vía libre a un Gobierno regional que iba a quedar en manos de todos los diputados no adscritos, tanto de Ciudadanos como de Vox. Y así sigue hasta el momento, con la dimisión de Conesa incluida que abandonó la política.
Pues bien, ahora, esta misma consigna es la que parece haber dado la presidenta del PP local, Severa González, que después del Auto de la Audiencia Provincial desestimado el recurso del PP al completo contra la alcaldesa, la concejal de Cultura y dos funcionarios municipales por presunta prevaricación en la contratación de varias actuaciones en el Teatro Vico, no se resigna a pasar página, sino que se plantea la posibilidad de iniciar un contencioso administrativo ahora que la vía penal ha sido cortada de raiz al no existir posibilidad de recurso. Estirar el chicle, vamos.


Pero, aunque esta posibilidad pueda sorprender, todavía lo hace más que en su valoración arremeta contra la Justicia, calificándola como “benévola” en su decisión, y dejando en el ambiente que ha sido así porque se trata de políticos socialistas en lugar de populares.
La semana pasada hablaba en este mismo espacio de la necesidad de politizar la política en lugar de judicializarla, y parece que o no se lo han leído, o simplemente no coinciden y pasan del tema o del planteamiento que yo hacía. Que es posible y legítimo.
Este tipo de noticias no son buenas para la sana convivencia entre aquellos que están llamados a regir nuestros destinos locales. Hay que estar en otras cosas sin olvidar que cuando se estira el chicle demasiado, se corre el riesgo de que se nos pegue en los dedos y terminemos hechos un santo Cristo. Todos recordamos cuando nos pasaba esto de pequeños.
Como humilde consejo: Siempre es mejor estirar el chicle de las buenas ideas, la colaboración y los proyectos por el bien común, y dejarse de jugar a ‘teto’.