Editorial
La historia de un pueblo se construye a través de gestos que trascienden en el tiempo, de acontecimientos que unen tradición, identidad y sentimiento. Así, el pasado 15 de noviembre, se pudo vivir uno de esos momentos que quedan grabados para siempre en la memoria de todos, con la participación del Cristo de la Columna en la Procesión Magna de Murcia, un hecho que eleva el patrimonio devocional y cultural de nuestra ciudad.
No se trató simplemente de un traslado excepcional ni de la presencia de una imagen más en un cortejo multitudinario. Ver la estampa del Cristo, obra emblemática y uno de los símbolos indiscutibles de Jumilla, pasando por las calles de la capital, saliendo por el pórtico de la catedral, o frente al Romea, fue algo único y realmente emocionante.

Este acontecimiento marcará un antes y un después. No únicamente por su relevancia histórica, sino porque ha reafirmado la capacidad de Jumilla para proyectar su riqueza cultural, su patrimonio religioso y su identidad. De hecho, esta procesión que estaba organizada por el obispado, si hubiera considerado que Jumilla no estuviera presente en este acto, habría sido totalmente injusto, ya que es lógico que esté una, pero perfectamente podrían haber sido bastantes más imágenes, lo que da idea del nivel con el que contamos. Aunque como siempre se ha dicho, el Cristo es el Cristo y nos representa a todos, y Jumilla entera se va junto a Él , como así fue a tenor del gran número de jumillanos que se trasladaron a la capital.












