Ha costado casi seis meses, que el equipo de Gobierno presentara un borrador del presupuesto municipal, ese importante documento que recoge la previsión de ingresos y gastos del año corriente, del que ya han pasado, por cierto, más de ciento cincuenta días.
Es en el presupuesto municipal donde los gobernantes tratan de “lucirse”, porque ahí es donde se supone que figuran las prioridades políticas que tienen y lo que desean llevar a cabo en lo que queda de año, y es donde deciden en que se van a gastar los 20.237.393 euros, en qué cantidad cada una de esas prioridades, y cómo y de qué manera se financiarán otros gastos.
Partiendo de la base de que de esos más de veinte millones de euros, diez se destinan a gastos de personal, casi siete millones a gastos corrientes, millón y medio para mantenimiento de subvenciones, quedaría otro millón y medio aproximadamente para inversiones reales y de “lucimiento” en el municipio.
La alcaldesa ha establecido sus prioridades políticas, que son, 150.000 euros para iniciar el Museo del Vino, 105.000 para continuar con la construcción de nichos en el cementerio, esto va casi por ley, 30.000 para el Plan de Accesibilidad, 30.000 para caminos rurales y 100.000 euros para modernizar la administración local, y no se puede hacer más, “porque lo dice Montoro”.
También es cierto que se sabe que hay un remanente de tesorería valorado en ocho millones de euros, del que el Ayuntamiento puede disponer en un porcentaje limitado para realizar obras financieramente sostenibles y que podría buscarse un proyecto atractivo para la ciudadanía y a la vez que cubra necesidades o carencias del municipio.
En fin, que todo esto es hablar, por no callar, lo cierto es que ya tenemos borrador de presupuesto y que el único trámite que ahora queda es el de su debate y discusión el próximo 11 de junio en el pleno extraordinario, donde para sacarlos adelante, a los diez concejales del equipo de Gobierno, les hace falta un votito más.