Editorial

Hace años, el turismo era muy estacional, y si no, que se lo digan a Alfredo Landa, donde muchas de sus películas reflejaban lo que en aquel entonces era una tradición. Es decir, llegaba el verano, y las familias que podían permitírselo, salían zumbando en dirección a la playa. De esta manera, resultaba imposible pensar en otro tipo de destinos, y eso del turismo de interior, llegó después. Hacer turismo, en los años de los que hablamos, era sinónimo de Benidorm, Torremolinos, Almería, Cádiz y algo de la Costa Brava. Tanto es así, que las ciudades de interior se quedaban literalmente vacías. Sin embargo, el paso de los años y los nuevos tiempos, han ido trayendo otras cosas, por ejemplo, ahora puede llegar a ser tan atractivo un baño en las cálidas aguas mediterráneas, como un paseo por paisajes desérticos, ciudades monumentales, o incluso con una gastronomía especial, diferente o destacable.


Es así como nace el turismo de interior, una oferta de calidad que cada vez se demanda más y que, en nuestra zona, se une al Enoturismo, vinculando todo lo que tenemos bajo el paraguas del vino.
Recientemente, Civitatis, una empresa especializada en la venta de visitas guiadas y excursiones en español por todo el mundo, ha realizado un estudio sobre el turismo en Jumilla, fijando el aumento de turistas en más del 20% y calificando el 2023 como un año récord en este sentido.
Seguro que faltan todavía muchas cosas, pero una de ellas será conseguir que el visitante que llegue a nuestro pueblo, lo haga para quedarse más de un día, alargando así las estancias. Atractivos nos sobran.