Editorial

La reciente DANA que azotó Valencia dejó una estela de destrucción y sufrimiento en su camino. Sin embargo, en medio de la tragedia, surgió una ola de solidaridad que se extendió más allá de las fronteras afectadas. Jumilla, volvió uan vez más a demostrar su espíritu solidario y se unió para ofrecer su apoyo a los damnificados. Desde el primer momento, los jumillanos se movilizaron para ayudar a los afectados. Grupos de voluntarios se organizaron para recoger alimentos, ropa y otros artículos esenciales. El agua de Jumilla se bebió en Valencia, y las manos se multiplicaron para colaborar en lo que hiciera falta.


En un mundo donde a menudo se habla de individualismo y egoísmo, la riada de solidaridad en Jumilla, en España e incluso en el mundo, es un recordatorio de que, a pesar de los pesares, las personas no somos de piedra, ni máquinas, y nuestra humanidad nos aboca siempre a la ayuda, al apoyo y a ofrecer nuestra mano a los que la necesitan.
La DANA de Valencia y también de Albacete va a dejar una marca imborrable en la historia de nuestro país, pero también debe de ser recordada por esta riada de esperanza y solidaridad. Jumilla ha sido un ejemplo más, mostrando que, incluso en los momentos más oscuros, siempre se puede brillar con luz propia, donde el pueblo se ha tirado a salvar al pueblo. Todos hemos sido Valencia y Albacete y ahora solo hay espacio para la unidad y las soluciones que han de venir desde le más alto nivel, sin excusas, de forma decidida y sin tiempo que perder.