En clave de sol Bye Gustavo López

La crítica constructiva es un juicio que se realiza con fundamento y de manera respetuosa a otra persona, con el objeto de aportar ayuda o una visión positiva con respecto a una circunstancia específica. En resumen, es una opinión que se ofrece con el único objetivo de mejorar.
No sé si esto ocurrirá en todos los sitios y en todos los casos, pero lo cierto es que en Jumilla, la crítica nunca es bien recibida, ni siquiera cuando es constructiva, que se debería de tomar como algo bueno y positivo. Pero no nos gusta que nos digan lo malo, y aunque sea mentira, nos viene mejor cuando nos agradan el oído, aunque no sea del todo cierto aquello que nos dicen o la valoración que ofrecen. Somos así, sin darnos cuenta que estamos yendo en contra nuestra. Qué paradoja y que contradicción más grande.


Cuando se está en estamentos, instituciones, colectivos o empresas de carácter más o menos público, tenemos que estar preparados para recibir adulaciones, y para afrontar y encajar todo aquello que nos digan con respeto y educación y que no haya gustado tanto o que se haya hecho mal. De lo contrario, estaríamos cayendo en un grave error que nos abocaría a repetir de nuevo, una y otra vez, el fallo, ya que como sabemos, somos capaces de tropezar más de una vez en la misma piedra, antes de poner remedio, pasar página y mejorar lo que sea susceptible de mejora.
Muchas veces decimos que rectificar es de sabios, pero para ello, hay que reconocer la realidad antes de poner la solución. En este sentido, si rectificar es de sabios, lo contrario es justamente eso, lo contrario, aferrándonos a algo que está mal a sabiendas.
Las personas, somos muchas veces capaces de engañarnos a nosotros mismos con el fin de no dar nuestro brazo a torcer, y aunque sabemos que nos estamos engañando y que nos estamos equivocando, preferimos sacar pecho y tirar hacia adelante.
Ya lo decía la semana pasada. Y es que tenemos la piel muy fina sin pararnos en que tenemos mucho que aprender de los demás, sacar lo mejor de lo que nos dicen y no creernos el ombligo del mundo creyendo que la verdad absoluta es nuestra, sin ver que esa, no existe, y menos, en posesión de nadie.
A mí, como es lógico, me gusta mucho más cuando me dicen lo bueno que lo malo, eso está claro, pero también he de decir que he aprendido mucho de las críticas constructivas. Más humildad, ¡¡señores!!