Decir que estamos ante un momento que es totalmente nuevo para todos, quizá no descubra nada. De hecho, nos encontramos en un Estado de Alarma decretado en España hace casi dos semanas, pero que no es exclusivo, porque ya son muchos países,  como el Reino Unido, que al principio sacaron pecho y ahora han tenido que esconder la cabeza y decretar medidas restrictivas al respecto.

No estamos ante una broma y aunque poco a poco se van aclarando muchas cosas y las autoridades sanitarias y científicas  van conociendo cada vez más datos, lo que sí se tiene claro desde el principio es que la única solución ahora es la evitar la rápida propagación que caracteriza al COVID-19 y para ello, es fundamental seguir al pie de la letra el confinamiento, no salir de casa, y olvidarse ya de buscar triquiñuelas y pillerías como pasear una gallina como si fuera una mascota, ir a tirar la basura haciendo para ello varios kilómetros previos o hacer la compra todos los días de la semana  incluso por la mañana y por la tarde. Eso se tiene que acabar ya, porque aunque pueda incluso llegar a hacer gracia, lo cierto es que sin darnos cuenta podemos  en una de esas acciones, contagiar a uno de los nuestros, y fíjate tú la gracia.

En esta crisis sanitaria que vivimos, sin precedentes cercanos, las cifras que a cada momento vamos conociendo, son realmente escalofriantes, ya que vemos con resignación como sube la fatídica curva. Pero tampoco es nada despreciable que 40.000 españoles hayan sido sancionados por incumplir las normas de confinamiento, y la mayoría de ellos, por desobediencia grave o incluso desacato.

En fin, que como decíamos, no se trata de una broma y de todos depende que se acorten los plazos. Porque en estos difíciles momentos no se trata de ver quien la tiene más larga, no si se tenía que haber empezado antes o las medidas son exageradas o quizá se quedan cortas. Es el momento de demostrar que somos humanos, racionales, lógicos y coherentes.