Colaboración de Emiliano Hernández Carrión.

La humanidad ha sufrido numerosas epidemias o pandemias mundiales, al menos del mundo conocido en determinados casos, a lo largo de la historia, y aunque de algunas, incluso hoy día, desconocemos su origen, como es el caso del ébola, la mayoría tienen su origen en animales, que se transmiten al ser humano por los insectos parásitos, lo que unido a la insalubridad de las ciudades era el campo de cultivo ideal para su propagación. Todas las enfermedades contagiosas tienen en común, que una vez adquirida por las personas, su transmisión es muy rápida, algo que va en función de los medios de comunicación, por ejemplo, se ha calculado que la peste negra del siglo XIV, se propagaba a 40 km al día por mar, y entre 0’5 y 2 km por tierra. Comparemos los medios de transporte y comunicación de aquella época con los de hoy en día, y comprenderemos la rápida globalización de la covid 19.

                Otro hecho común es la huida de la población a los campos, buscando un aislamiento más efectivo, aunque ello implique alejarse de los médicos y los servicios sanitarios. También es generalizado y está muy estudiado los efectos desastrosos que tiene, no sólo en la población, sino en la economía, que en algunos, casos costó casi un siglo recuperar tanto la población como la economía a fechas anteriores a la pandemia.

                De la primera gran epidemia de la que tenemos constancia escrita, es la conocida como peste Antonina o plaga de Galeno, por ser este famoso médico griego que vivió en Roma, el que describió la enfermedad que se propagó entre los años 165 y 180, siendo emperador Cómodo (miembro de la familia Antoniniana). Fue una mezcla de viruela y sarampión que llevaron a Roma los legionarios que volvían de una de las fases de la guerra contra los Partos en Mesopotamia y que se propagó por todo el imperio, diezmando la población entre un 7 y un 10 % con mayor virulencia en la frontera del norte, Britania, Galia, Rhin y Danubio, y menor en el norte de África. Hispania no se libró de esta epidemia. La misma tuvo varios rebrotes, que se sepa, hasta el año 500.

                La peste Negra ha sido el peor de los azotes de la humanidad, de hecho, no es gratuito que uno de los jinetes del Apocalipsis sea la peste, es decir, uno de los fenómenos que puede borrar al ser humano de la faz de la tierra. En los sucesivos brotes que han surgido a lo largo de la historia, han provocado más muertos que cualquier otra enfermedad contagiosa, salvo la malaria. Enfermedad, de origen animal, la provoca la bacteria Yersinia pestis, llamada así en honor a uno de sus descubridores, el médico y bacteriólogo franco -suizo Alexandre Yersin, que a la vez y por separado con el japonés barón Kitasato Shibasaburó (igualmente médico y bacteriólogo) aislaron e identificaron la bacteria en 1894 durante la peste de Hong Kong. La bacteria Yersinia pestis vive de forma habitual en las ratas y de estas a través de las picaduras de las pulgas a los seres humanos, que nos la transmitimos entre nosotros por las gotículas salivales y por contacto entre tejidos infectados. De aquí que, casi en todas las ocasiones, el origen de las pandemias históricas, hayan llegado por vía marítima a través de los roedores polizones de los barcos mercantes. La peste es una enfermedad que se cree erradicada, el último brote se detectó en la isla de Madagascar el año 2017.

A la peste de Justiniano, aparecida en la ciudad de Constantinopla el año 541, se le atribuye un origen de más allá del Cáucaso, llegó por barco al imperio Bizantino y desde aquí se propagó por todo el Mediterráneo. Se calcula que en la cuenca mediterránea murieron cuatro millones de personas, un 25 % de población mundial y la ciudad de Constantinopla perdió el 60 % de sus habitantes. El propio Constantino la padeció, aunque superó la enfermedad.

                La terrible peste Negra del siglo XIV, que incluso inspiró a artistas como Pieter Bruegel el Viejo, Pedro Pablo Rubens o Nicolás Poussín. El primero, con su peculiar estilo, es quién mejor reflejó la enfermedad y su universalidad, pues no respetaba, edades, ni clases sociales, ni rangos, ni dignidades. El período más virulento fue entre 1346 y 1353, afectó sobre todo a Europa donde la población se redujo de 80 a 30 millones de habitantes, en España se calcula que falleció entre el 60 y el 65 % de la población. De origen incierto, se cree que el brote llegó por la Ruta de la Seda, y el autor árabe Ibn al-Wardi, que vivió la pandemia en carnes propias, decía que el foco originario estaba en Uzbekistán, a Europa llegó por los puertos de Sicilia y el sur de Italia.

                Pero la peste, al no tener vacuna, llegó a Europa para quedarse, así fueron surgiendo brotes locales en distintos puntos, bien países o ciudades como Italia, con una fuerte pandemia entre 1629 y 1631, la gran peste de Gran Bretaña entre 1665 y 1666, que diezmó la población, sobre todo la londinense o la peste de Viena en 1679. La península Ibérica no corrió mejor suerte, cada cierto tiempo, a lo largo del siglo XV surgían brotes, algunos de ellos muy virulentos. Al Levante Español la afectaron en concreto los de 1519 y el de 1598-1603. En nuestro país la enfermedad se conocía como “Tabardillo”.

                La fiebre amarilla o vómito negro lo produce el mosquito Aedes, es de rápida propagación. La que sufrió Murcia en los años 1811 – 1812, entró por Cartagena y se propagó por toda la provincia de Murcia con una gran rapidez. A Jumilla la trae la Junta Provincial de Defensa, que llega huyendo de la pandemia que está asolando la ciudad de Murcia. La situación se volvió dantesca, el médico de la ciudad Ramón Romero y Velázquez lo describe maravillosamente en su obra “Origen del contagio en Jumilla de la fiebre amarilla y causas de su propagación”, obra que fue publicada y premiada en Barcelona en 1819. La epidemia provocó una diáspora de la población hacia los campos, lo que era una temeridad puesto que el ejército del mariscal Soult pasa por la zona en su retirada desde Andalucía a Valencia, arrasando y saqueando todo lo que encuentran a su paso. La epidemia se cobró 400 paisanos, pero les libró de ser atacado por los franceses.

                La gripe no es más que un resfriado provocado por un virus, que según va mutando y dependiendo del sistema inmunológico de cada uno, se vuelve muy virulento y además fácil de contagiar, sobre todo por las gotículas salivales. Es una enfermedad estacional de otoño e invierno, y repetitiva todos los años, además es endémica de las zonas templadas del globo, donde nos encontramos nosotros.

                El brote más conocido y mejor estudiado es la mal llamada gripe Española o gripe de 1918. Provocada por el virus H1N1, tuvo su origen en el cuartel de Fort Riley de Kansas (USA) donde a pesar de su rápida propagación, Estados Unidos había adquirido un compromiso de ayudar a los aliados en la I Guerra Mundial, además de evitar que los submarinos alemanes les siguieran hundiendo más barcos mercantes, por lo que hicieron la vista gorda y enviaron a un millón de soldados a Europa, gran parte de ellos infectados. ¿Por qué se llama “española”? Al ser España un país neutral durante la Gran Guerra, no se censuró los efectos de la pandemia, pues aquí no había que mantener alta la moral de la población, en consecuencia, cualquiera que desee estudiar la gripe de 1918, debe hacerlo con documentación española.

                De esta gripe Española en cifras, se calcula que se infectaron entre 30 y 50 millones de personas, de las que murieron un 20 %. En nuestro país se infectaron unos 8 millones de ciudadanos de los que fallecieron unas 300.000, y en el caso concreto de Jumilla se cobró 300 vidas. Los brotes posteriores ya no afectaron a Jumilla.

                Otras epidemias que han causado grandes estragos poblacionales en el planeta son: La viruela, producida por el virus Variola, que cuando los europeos la llevaron América, mató el 30 % de la población indígena. Hoy está erradicada desde 1980, según la OMS, el último caso se detentó en 1977. Otra enfermedad contagiosa es el cólera, producido por la bacteria Vivrio Choleae, que ya fue descrita por Hipócrates en el siglo V a. C. y por Galeno y el médico chino Wang Shuhe, ambos en el siglo III. Se calcula que a lo largo de la historia ha matado a más de 10 millones de personas, siendo el brote más virulento en Europa el de 1827-1835.

El sarampión, producido por el virus paramyxoviridrae es un parásito del ser humano a afecta sobre todo a la población infantil, se calcula que a lo largo de la historia han muerto más de 200 millones de personas, y a pesar de tener vacuna desde 1963, los datos de la OMS de 2018 nos dicen que la padecieron unos 10 millones de personas, de las que fallecieron 140.000. El ébola producido por el Ebolavirus es una enfermedad de la que no se conoce un origen concreto. Descrito en 1976 en las riberas del río Ébola, de aquí su nombre, en la República Democrática del Congo, tiene vacuna desde 2015 y no se tiene datos fiables de su incidencia. El sida es otra de las pandemias de origen incierto, el Virus de Inmunodeficiencia Adquirida (VIH) se inició en 1981, el virus no es letal por sí, pero sus consecuencias son fulminantes al dejar a la persona sin defensas ante cualquier otra enfermedad, es decir, que después un simple resfriado te puede matar. Se calcula que en mundo han fallecido por sida entre 25 y 30 millones de personas.

                El actual covid 19 o coronavirus, provocado por el virus Sars-Cov-2, altamente contagioso y de mortalidad algo superior al 3 %, tiene un origen desconocido hasta la fecha, se da el origen del brote en la ciudad china de Wuhan de la provincia de Hubei, pero en algo menos de tres meses se ha propagado por todo el globo, con mayor incidencia en unas zonas que otras. En España se contabilizan algo más de 700.000 contagiados y más de 31.000 fallecidos, para la Región de Murcia las cifras son de 18.468 infectados desde que se inició la pandemia y 198 muertos, mientras que Jumilla tiene 829 casos acumulados y no hay fechas oficiales para las defunciones.